Si te gusta, compártelo

Por Luis Murillo Arias (@lmurilloarias)

El Senado francés ha desvelado que los tres primeros clasificados del Tour de Francia de 1998, el italiano Marco Pantani (fallecido en 2004 por sobredosis de cocaína), el alemán Jan Ullrich y el estadounidense Bobby Julich habrían utilizado EPO (eritropoyetina) en aquella carrera, al igual que otros corredores destacados de aquella edición de la ronda ciclista francesa. El informe habla de «decenas de nombres» entre los que figuran los franceses Laurent Jalabert, Jacky Durand y Laurent Desbiens, los españoles Abraham Olano, Marcos Serrano y Manuel Beltrán, los italianos Mario Cipollini y Andrea Tafi o el alemán Erik Zabel. Los casos han podido confirmarse tras analizar unas muestras de orina que se habían guardado ya que en aquel momento la EPO era prácticamente indetectable.

Este nuevo informe y el revisionismo de los últimos tiempos prueba que vivimos tiempos de desconfianza tras asistir durante 15 años, escándalo tras escándalo, a la desmitificación del deporte. Algunos deportistas han dejado de ser ídolos para ser de repente considerados como tramposos o mentirosos. Los espectadores y periodistas hemos dejado de ser inocentes creyentes para convertirnos en cínicos. Algunos apuntan que vivíamos en la hipocresía. Se suceden los debates en todos los foros, en la red y en la calle, en las oficinas y en los ministerios.  El dilema es el siguiente: ¿criminalizar el dopaje o asumirlo como parte del juego?

Como ya comentó Ander Izagirre, autor del libro ‘Plomo en los bolsillos‘, sobre la historia del Tour de Francia, el dopaje ha existido siempre, no sólo en el ciclismo, sino en la mayoría de los deportes. Lo que ocurre es que hasta el año 1967 no se empezaron a practicar controles y no se comenzó a perseguir de manera eficiente hasta finales de los 90. Hasta entonces sólo nos habíamos llevado las manos a la cabeza con el caso de Ben Johnson en los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988. Sus 9,79 en la final de los 100 metros por delante del mítico Carl Lewis nos parecieron primero obra del ser más rápido del planeta en aquel entonces. Recordemos que no existía Usain Bolt. Después nos enteramos de que eran más bien obra del estanozolol, esteroide anabolizante. El título olímpico fue finalmente para el norteamericano. Pero desde 1998 ha sido un no parar.

El caso Festina

En el mismo año del Tour cuyos positivos por EPO hemos conocido ahora se produjo otro de los casos más destacados. Poco antes de comenzar el Tour de Francia de 1998, el por entonces masajista del equipo Festina, Willy Boet, fue interceptado en la frontera franco-belga cuando transportaba 200 ampollas de EPO (entonces indetectable), 100 hormonas del crecimiento y docenas de cajas de testosterona. La investigación de la policía determinó que se trataba de productos dopantes y expulsó al equipo Festina de la competición. Entre los corredores más importantes que corrían bajos sus colores estaban históricos como Alex Züelle, Laurent Dufaux, Laurent Brochard o Richard Virenque. Todos iban dopados. Los líderes de la trama eran, junto con el masajista, el director del equipo, Bruno Roussel, y el médico, Eric Rijkaert. Durante aquel tour se produjeron numerosos registros en los hoteles de los equipos, lo que teminó provocando que las escuadras españolas e italianas abandonaran la prueba al considerar vejatorias esas actuaciones. Curiosamente, algunos de los que abanderaron los plantes de ciclistas y equipos fueron Bjarne Riis, que años después reconoció que se había dopado, y Manolo Sáiz, hoy sentando en el banquillo de los acusados de la Operación Puerto.

Los deportes de invierno y Juanito Mühlegg

Durante los Juegos de Invierno de Salt Lake City de 2002 nos regocijamos con las medallas del esquiador que habíamos adoptado de Alemania, Johan Mühlegg, pero más tarde nos enteramos que sus éxitos se debían a la EPO. No fue el único medallista en los siete positivos que se detectaron durante aquel evento. También se habían dopado Olga Danilova y Larissa Lazutina. Nuestro compatriota Mühlegg pasó de niño bonito a maldito bastardo en las portadas de la prensa deportiva de entonces. Cuatro años más tarde, en los Juegos de Invierno de Turín, los Carabinieri se incautaron de material para realizar transfusiones en el chalet en el que se alojaba la selección austriaca. Se denominó el Caso Hummanplasma y un año más tarde tres esquiadores fueron sancionados de por vida.

El Caso Balco

En junio de 2003, la Agencia de Dopaje de Estados Unidos (USADA) recibió en su sede un paquete anónimo que contenía una jeringuilla con restos de un esteroide de nueva generación, un anabolizante sintético, que hasta entonces era imposible de detectar en los controles antidoping. Se trataba de Tetrahidrogestrinona (THG) y había sido fabricada por los laboratorios Balco. El entrenador estadounidense Greg Anderson se encargaba de distribuirla. Entre los implicados estaban altletas norteamericanos como Marion Jones o Tim Mongomery y famosos jugadores de béisbol y de fútbol americano.  Marion Jones perdió sus cinco medallas, tres de ellas de oro, de los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 y cumplió una condena de seis meses de prisión por perjurio. Su marido, el mencionado Montgomery, fue suspendido por dos años en 2005 y puso fin a su carrera. Si bien «el caso Balco» ha sido el más destacado en el atletismo, no ha sido el único ya que recientemente han dado positivo hasta cinco atletas jamaicanos incluídos la doble campeona olímpica Verónica Campbell o uno de los grandes velocistas de la última década, Asafa Powell. Y, al igual que ellos, Tyson Gay, el gran rival de Usain Bolt en los últimos años.

La Operación Puerto

El 23 de mayo de 2006, tras varios meses de investigación, la Guardia Civil realizó varios registros en pisos de las calles Zurbano, Alonso Cano y Fernández de la Hoz de Madrid y llevó a cabo varias detenciones relacionadas con una trama de dopaje. Se había iniciado la Operación Puerto. Entre los detenidos se encontraban el doctor Eufemiano Fuentes, el hematólogo José Luis Merino Batres, el director deportivo del equipo Liberty Seguros, Manolo Saiz, el del Comunidad Valenciana, José Ignacio Labarta y el ex ciclista de montaña Alberto León. Años después, casi todos ellos y algunos más, como Vicente Belda, se han sentado en el banquillo de los acusados, pero solamente por un delito contra la salud pública, puesto que entonces el dopaje no estaba tipificado como delito. Finalmente, tras celebrarse el juicio, las penas impuestas únicamente a Eufemiano Fuentes e Ignacio Labarta fueron mínimas.

Era una trama sistemática de dopaje que supuestamente, y así lo ha dejado caer de nuevo Fuentes en sus declaraciones, tenía como clientes a ciclistas, futbolistas, atletas o tenistas. Lo que sí es cierto es que hasta ahora sólo se ha probado que había 58 ciclistas y sólo séis de ellos han sido sancionados e identificados: Jan Ullrich, Iván Basso, Alejandro Valverde, Jörg Jaksche, Michele Sarponi y Giampaolo Carusso. Eufemiano Fuentes trabajaba con EPO, testosterona y otros anabolizantes, diferentes medicamentos y transfusiones sanguíneas. La chispa de la investigación se inició a raíz de las declaraciones del ex ciclista del Kelme Jesús Manzano al diario AS en las que aseguraba que el dopaje en el ciclismo estaba generalizado y del positivo de Roberto Heras en la Vuelta a España 2005.

La Operación Galgo

Cuando todavíamos estábamos calentitos en España con la mencionada Operación Puerto, el 9 de diciembre de 2010, la Guardia Civil volvía  a realizar una serie de dentenciones de personas relacionadas con una nueva trama de distribución de sustancias dopantes. Entre los que pasaron esa noche entre rejas se encontraba la exitosa atleta palentina Marta Domínguez, así como su entrenador y su mánager o el ex atleta Alberto García. Otras personas que ya nos resultan familiares estaban relacionadas: Eufemiano Fuentes y Alberto León. De hecho, éste último, días después apareció ahorcado en su domicilio. En los registros que sucedieron a las detenciones se encontraron bolsas de sangre y material para realizar transfusiones, anabolizantes y esteroides. Finalmente, todos los acusados fueron puestos en libertad por un defecto de forma. ¿Les sorprende?

Lance Armstrong y Rabobank

Mientras se escriben estas líneas y, al margen del juicio a la Operación Puerto, no dejan de aparecer más noticias relacionadas con el dopaje. Desde las declaraciones del ya nunca ganador del Tour Lance Armstrong acusando a Indurain, Merckxs, Anquetil e Hinault de doparse a la confesión del danés Michael Rassmusen, cilista del Rabobank, de que infringió sistemáticamente las normas antidoping durante 12 años.

Lo que quedaría ahora por debatir, independientemente de lo que diga la justicia en el caso de la Operación Puerto, es qué actitud tomamos ante el dopaje. Existen casos probados de que esta actividad es perjudicial para la salud. El ciclista italiano Ricardo Riccó estuvo a punto de morir después de realizarse él mismo una transfusión de sangre y fue sancionado a perpetuidad por reincidente. Sospechamos que casos como los de Pantani o el Chava Jiménez desembocaron en suicidio como un final inexorable debido a sus escarceos con las sustancias prohibidas. Algunos deportistas, como Florence Griffith, han fallecido prematuramente y se sospecha que podría deberse a haber dado barra libre a sus ambiciones. ¿Allá cada uno con su salud o habría que condenar también a los médicos de los deportistas que se dopan, como sugiere, por ejemplo, Purito Rodríguez? ¿Deberían también los dopados devolver los premios y ser juzgados por la vía penal por estafa?

El diccionario del dopaje (I)

El diccionario del dopaje (II)

-Lance Armstrong, el Vito Corleone del ciclismo

¿Quieres recibir nuestros temas en tu email?

* dato requerido
Si te gusta, compártelo