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Por Miguel Ángel Cuevas 

Bien sea por cuestión de fe, para conocernos mejor y poder reflexionar, por un reto personal o por hacer deporte y conocer gente, hacer el Camino de Santiago es una de las experiencias más recomendables e incluso imprescindibles que podemos tener. El otoño y la primavera son las mejores estaciones para realizarlo al evitar las altas temperaturas y la masificación veraniega así como el frío invernal ya que con temporal puede convertirse en una auténtica odisea. Septiembre, octubre y noviembre son meses aconsejables para hacerlo ya que no llueve demasiado y no está excesivamente masificado. Lo mismo ocurre en la primavera, de marzo a junio, cuando las temperaturas suaves y la ausencia de demasiados peregrinos la convierten en otra época del año idónea para realizarlo.

Desde la experiencia que me ha proporcionado en los últimos años atender habitualmente como voluntario albergues de peregrinos, regentar mi propio albergue en Meruelo (Cantabria), tener mi propia guía online para peregrinos y, sobre todo, haber recorrido andando algunos de los caminos que conducen a Santiago desde territorio español (Camino francés, Camino del Norte, Camino de Madrid, Camino Primitivo, Camino Vasco) creo poder aportar una serie de consejos de carácter práctico para realizar el Camino de Santiago a pie:

Hacer deporte, conocer gente o reforzar la amistad, hay muchas razones para hacer el Camino de Santiago.
Hacer deporte, conocer gente, reforzar la amistad…hay muchas razones para hacer el Camino de Santiago.

1. Calzado: De no ser que sepas que las botas de montaña son lo tuyo, lo ideal son unas zapatillas «de las de correr». Si los dedos sufren con los kilómetros, producto de cada paso que damos cuesta abajo y que hace que choquen contra la puntera de la zapatilla, se puede abrir por delante dicho calzado (que sea viejo para que no nos duela la operación y para que los pies estén ya adaptados a las citadas zapatillas) y dejar que los «dedecillos» asomen. Con un cuter, cuchillo o tijera. Si no queréis llamar mucho la atención con vuestro nuevo modelito, probad a usar unos calcetines del mismo color que las zapatillas. Os aseguro que lo he visto hacer a más gente, incluida una finlandesa de casi 80 años que se recorría más de 35 km al día, y es muy recomendable. Considero imprescindible también llevar unas chanclas o Croccs (el calzado abierto similar a los zuecos de material más blando y cómodo). Sirven para ducharte y para andar!, si llevas los pies tocados. De ahí que sean mejor unas chanclas cerradas. Otra posible frikada, pero tengámosla presente.

2. Pies: Antes de andar cada mañana aplicarles una bonita crema hidratante y antes de dormir alcohol de romero. Dan pereza ambos «procesos» pero se nota mucho. Sobre todo la crema que evita en gran medida las temidas ampollas. Si os salen ampollas; para mi gusto, el Compeed u otras marcas (es como una segunda piel que venden en farmacias) funcionan. Si os entra tendinitis, id despacio, mirad el peso que lleváis. No hagáis burradas. Poneos en manos de un fisio o dejadlo.

3.  Equipaje de aseo: Todo lo que tenga que ver con el aseo (el citado alcohol de romero, crema, champú, pasta de dientes, etc) intentemos llevarlo en botecitos de los de hotel que puedes ir tirando cuando los terminas o en botes pequeños (de plástico, no de cristal). Todo ello, a su vez en una bolsa de plástico antes que en un pesado y poco práctico (a veces) neceser. Tened en cuenta que la máxima es que TODO PESA Y OCUPA VOLUMEN. Otra opción es compartirlo si vas con más de una persona (aunque si deja de andar contigo y desaparece tu champú favorito puede ser un inconveniente, es necesario valorarlo).

4. «Palo sí, palo no».  Para mí, acompañarse de un palo-bastón (su correcto nombre es bordón) al andar ayuda bastante. Sobre todo, cuando subes y cuando bajas. No me gustan los de montaña que tanto proliferan en el Camino (por una cuestión estética-sonora): Prefiero uno de madera (lo ideal es una caña de bambú más alta que tu cabeza que se balancea al andar. Si nos fijamos en los cuadros de los peregrinos antiguos, es lo que utilizaban: una vara un palmo más alta que ellos).

Llevar un equipaje ligero es fundamental para no cargar peso innecesario.
Llevar un equipaje ligero es fundamental para no cargar peso innecesario.

5. Ropa: No es conveniente llevar  más de 3 o 4 prendas de ropa interior, incluso aunque vayas a hacerlo durante tres semanas o un mes. Cuando se ensucian, se lavan junto al resto de ropa (hay lavadoras en aproximadamente la mitad de los albergues y, si no, se puede llevar un poco de jabón en una bolsita y a frotar).  Con tres pares de calcetines y otras tantas camisetas es suficientes. Un solo pantalón (pantalón de agua es lo ideal. Con ese te vale para todo el Camino. Como mucho otro ligerito, tipo chandal. Una sola prenda de abrigo, quizá la más recomendable es un buen forro polar. Además, no hay que olvidar una toalla y el consiguiente saco de dormir. He visto tacones y secadores de pelo (estos últimos de adolescentes coreanos, sobre todo) en muchas mochilas de peregrinos. Como penitencia moderna puede valer, pero no le veo mucho sentido.

6. Mochila: Hay que estudiar bien diferentes modelos hasta encontrar la adecuada. Es imprescindible que no pese y que a la vez sea de un tamaño mediano o grande.

7. Prevención para los ruidos: Básico, básico, no olvidéis los tapones para los oídos y el antifaz. Si vais a dormir en albergues resultan imprescindibles.

8. ¿Dónde dormir? Todas las opciones (hotelazo, hostal, suelo de una iglesia, césped, domicilio de una lugareña/o con la que has «intimado», albergues privados, albergues públicos parroquiales o municipales) pueden ser un acierto. Dependerá de quien lo gestione, de la compañía, el azar… Eso sí hay un tipo de albergues, conocidos como de donativo (no gratuitos, de donativo) muy recomendables. La mayoría los atendemos un grupo de voluntarios (cerca de 500 personas de distintos países) que creemos que el Camino aporta mucho en lo espiritual y en valores humanos. Se fomenta la solidaridad y el compartir (la cena, el desayuno, la experiencia) y creo que son muy enriquecedores. Probadlos y no os arrepentiréis de la experiencia.

9. ¿Dónde empezar? Lo ideal es desde tu casa. Puede sonar raro pero se puede hacer perfectamente desde la mayoría de los hogares de España. Hay muchos caminos señalizados (siempre por flechas amarillas). No solo el Francés, el del Norte o el de la Vía de la Plata. La primera vez que haces el Camino no es habitual seguir este criterio, pero es el «natural». Saldrás de tu casa y llegarás a Santiago o a tu final en esa dirección por tus propios medios. Dicho lo cual, os recomiendo que hagáis el Camino Francés (el que en Francia pasa por Saint Jean de Pie de Port y sigue por Roncesvalles, Pamplona, Logroño, Burgos, León y multitud de pueblos) y empecéis en Saint Jean (una etapa preciosa y realmente dura pero factible si estás un poco en forma) o Roncesvalles. Para llegar a la capital gallega necesitaréis aproximadamente un mes. Si no habéis llegado a Santiago podéis retomar el Camino posteriormente. Es una opción acorde con el espíritu del Camino frente a la ansiosa costumbre de partir de O Cebreiro o Sarria (recorrido mínimo a pié que garantiza que te den la Compostela, el certificado que ofrece la Catedral de Santiago a quienes demuestran haber hecho andando los últimos 100 km del Camino). El Camino, a veces es lo que algunos definimos como un Circo. En los meses de primavera y, sobre todo en el verano y en las etapas más próximas a Santiago, podemos encontrarnos con masificación, dificultades para encontrar albergue, sobreexplotación y mucho negocio. Por ello es conveniente recordar que lo sustancial es el Camino y caminar es lo que tiene sentido y valor. Llegar a Santiago está muy bien, pero siempre disfrutando de cada día y de cada momento.

Cuando se trata de la gran ruta de los peregrinos, todos los caminos llevan a Santiago.
Cuando se trata de la gran ruta de los peregrinos, todos los caminos llevan a Santiago.

10. ¿Contratamos que nos lleven las mochilas? Existen varias empresas que te llevan la mochila de una etapa a otra para ir más ligero. Es una decisión personal pero a mí, la mayoría de las veces, me parece frívolo y una renuncia de algunas de las virtudes del Camino.

11. Avituallamiento del peregrino. Para el primer día (sobre todo si empezáis en Saint Jean) puede estar bien un bocata completado con algo de chocolate y comprar los días siguientes en las miles de tiendas o supermercados por los que pasaréis. Habitualmente se suele comer un bocata de tienda o en un bar un menú del peregrino. Se cena un menú del peregrino, un bocata o se cocina en los albergues que tienen cocina a disposición de los usuarios. O se prepara la cena entre todos los peregrinos o la puede hacer el propio hospitalero (la persona que atiende el albergue), normalmente en los albergues de donativo. Por supuesto, esto último es lo recomendable, para mi gusto.

12. Documentación.  Como siempre que vayamos a viajar, es convenientes ir bien instruído y documentado para sacar más jugo a nuestra travesía. Existen multitud de guías y también hay páginas webs muy recomendables con información de albergues, rutas, etc

Por último, es conveniente recordar que antes de hacer el Camino de Santiago os entrarán mil dudas sobre el sentido que puede tener el irse a cierta distancia a caminar varios días seguidos. Confiad en que merece la pena, es así para casi todos los peregrinos. Millones de personas lo llevan haciendo desde hace muchos siglos (por motivos religiosos, espirituales, deportivos, culturales y de toda índole) y la mayoría considera que es un gran viaje que les ha cambiado la vida. Es un tiempo distinto, por suerte. Esos días llevaréis solo lo verdaderamente necesario para vivir. Caminaréis, que es una suerte de meditación, estaréis en contacto con la naturaleza, disfrutaréis del aire puro descansando de la vida de ciudad y además conoceréis a gente maravillosa que en el Camino da lo mejor de si. Que lo disfrutéis.

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