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Por Luis Murillo Arias  y Daniel Riobóo Buezo 

Ya hace ocho años del desastre de Buenos Aires. Los medios de comunicación y los miembros de la expedición de Madrid 2020 nos habían hecho creer que la capital de España iba a albergar los Juegos Olímpicos que finalmente han tenido lugar en 2021. Y la realidad es que, sea que como fuere, los Juegos se celebraron en Tokio. Entonces pudimos lamernos las heridas, victimizarnos, crear una teoría de la conspiración contra la candidatura madrileña o incluso lamentarnos de que el COI fuera una mafia y de que la decisión no depende de lo que trabaje una candidatura sino que se fragua en las más altas instancias para maldecir una y mil veces la mala suerte que tuvimos. Sí, se puede hacer eso o se puede trabajar en corregir los errores que se cometieron.

Durante la presentación de aquella candidatura, el mismo Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español, anunció que aquella sería la última vez que Madrid se presentaría pero, esta semana, la vicealcaldesa y el alcalde de Madrid, Begoña Villacís y José Luis Martínez-Almeida, han manifestado que planean intentarlo de nuevo para 2036, ya que parece que en esa ocasión la ciudad elegida podría ser europea, siguiendo la norma no escrita de alternancia de continentes tras Los Ángeles 2028 y Brisbane 2032. ¿Hay que presentarse? Es una decisión muy difícil, pero lo que sí hay que hacer es corregir defectos que nos lastraron en las decisiones para 2012, 2016 y 2020. Madrid tiene varios años por delante para reflexionar y para ver qué otras ciudades europeas se presentan. Mientras tanto, vamos a hacer una lista de las cosas que creemos que deben hacerse.

Luchar de verdad contra el dopaje. Cuando se hizo pública la sentencia de la Operación Puerto, menos dura de la que muchos hubieran deseado, y la decisión de la jueza Julia Patricia Santamaría de ordenar destruir las bolsas de sangre con las que había trabajado Eufemiano Fuentes, muchos ya nos temíamos lo peor con respecto a Madrid 2020. Es verdad que el gobierno agilizó la redacción de la nueva ley del dopaje y que, en teoría, las cosas se han puesto más complicadas para los tramposos y para los proveedores de sustancias dopantes, pero también es verdad que se ha hecho muy tarde. Quizá ahora, cuando la ley ya se ha asimilado por nuestra sociedad deportiva y, sobre todo, se ha aplicado, los miembros del COI nos vean con otros ojos. Japón, por ejemplo, nunca tuvo un caso de positivo por dopaje en un deportista olímpico.

Que nuestros mandatarios aprendan por fin y con fluidez el idioma nativo de Shakespeare. No ya solo por el macarrónico inglés de Ana Botella sino también porque el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, fue el único de la delegación española que hizo su exposición en español. Es un mal endémico de muchos gobernantes de nuestro país, no aprender idiomas. Por otro lado, a lo mejor el presidente prefirió no hacer el ridículo que hizo la alcaldesa, no sólo en la presentación, sino también con el numerito de los cascos en la rueda de prensa del día previo a la votación. Hay que resaltar, eso sí, que el entonces presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, se defendió mejor que sus dos compañeros de partido aunque mejor no recordar su recorrido posterior en la política…

Erradicar la corrupción política. Los papeles de Bárcenas, la supuesta financiación ilegal del PP, el cobro de comisiones ilegales, los supuestos sobres aceptados por miembros del PP durante más de veinte años, los ERE de Andalucía, las recalificaciones de terrenos… Todas ellas son noticias que no sólo se leen en España, sino que también han abierto portadas de diarios tan prestigiosos como el New York Times y, por supuesto, han sido leídas por los miembros del COI. ¿Cómo confiar una organización de unos JJOO en un país donde este tipo de eventos son carne de cañón para el flujo de maletines, concesiones de obras, comisiones al bolsillo? ¿Quién iba a confiar en que eso no iba a suceder en España? Está claro que, aparentemente, en Japón este tipo de cosas se hacen de manera más honesta.

Aprovechar la recuperación económica. Aunque no la entendió, Ana Botella tuvo que enfrentarse a la famosa pregunta de por qué plantearse una organización de unos Juegos cuando se estaban cerrando hospitales y haciendo recortes en los colegios. Si entonces la crisis económica perjudicó a la candidatura madrileña, ahora una vez que se supere la pandemia la situación  puede ser otra y la capacidad de financiación y de endeudamiento podrían permitir presentar una candidatura más ambiciosa económicamente y no tan low cost como entonces. Está claro que el gran fuerte de Tokio para haber logrado la victoria fue el dinero disponible para no escatimar en inversiones y, sobre todo, los 4.500 millones de aval que se presentaron. También acompañó su propuesta con una importante lista de patrocinadores que apoyaban su proyecto.

No abandonar el deporte. Difícilmente vamos a organizar unos JJOO si demostramos en los siguientes años que el deporte no interesa a los gobernantes y, sobre todo, si los deportistas no pueden financiarse una preparación adecuada para competir en eventos internacionales. Ya hablamos de cómo la crisis desnudó al deporte español, de cómo se han recortado las becas ADO y de los retrasos en los pagos, de cómo algunos deportistas tienen que financiarse sus propios viajes a competiciones internacionales para representar a nuestro país, de cómo practicarlo se está convirtiendo en una afición para potentados. Por eso, apostar por el deporte de base siempre es un punto a favor en una candidatura olímpica.

Los medios de comunicación tienen que ser prudentes y no vender la piel del oso antes de cazarlo. Días antes de la elección de Buenos Aires, hubo periodistas que informaron de que Madrid 2020 podía salir elegida en la primera votación logrando más de 50 votos. Aquello no sentó bien a los miembros del COI. Para futuras candidaturas recomendamos prudencia y publicar sólo noticias con fuentes contrastadas, lo que viene siendo practicar el periodismo.

La portada que no benefició a la candidatura de Madrid 2020.

Aprender a hacer lobby. Es una costumbre muy norteamericana y está demostrado, vistos los resultados de las tres últimas candidaturas olímpicas de Madrid, que a los españoles no se nos da bien. Hacer lobby es convencer a personas influyentes de las bondades de tu proyecto. Parece que nosotros no lo conseguimos pese a que Madrid 2020 había sido el proyecto mejor valorado por los propios miembros del COI. Está claro que en las cuatro anteriores intentonas alguien hizo bien lobby y no fuimos los españoles.

Ahora vuelve a plantearse  la idea de presentar una candidatura para 2036 aunque ese famoso 80% de infraestructuras ya construidas se habrá quedado obsoleto y la inversión necesaria sería mucho mayor. Hay que reflexionar mucho sobre si es oportuno volver a presentarse tras los tres fracasos consecutivos y, si la respuesta es que no se pueden corregir los defectos que aquí hemos apuntado, tendremos un gran problema. No sólo para albergar unos JJOO, sino también para desarrollarnos como sociedad.

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