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Por Daniel Riobóo Buezo 
La selección de balonmano ha conseguido lo que no pudieron hacer las de fútbol o baloncesto, llevarse su mundial, alcanzar la gloria jugando en casa, un empeño que puede ser incluso más difícil que lograrlo fuera pues la responsabilidad de obtener un éxito como anfitrión puede llegar a atenazar a los jugadores. Para comprobarlo, sólo hay que ver los casos del fútbol, con el naufragio en el mundial de España 82 o el decepcionante quinto puesto en el de baloncesto de 1986 cuando tan sólo solo dos años antes había sido medalla de plata olímpica. La selección de Valero Rivera sí ha conseguido ser profeta en su tierra habiendo asumido desde un principio su condición de favorito para ganar el oro sin descargar la responsabilidad en ningún momento. Además, también ha creado su propia seña de identidad. Si la selección de fútbol es La Roja y la de baloncesto es conocida como la ÑBA, la de balonmano ha acogido de buen grado el apelativo de “Los Hispanos”.

«Los Hispanos» han logrado el deseado éxito deportivo y mediático en el mundial.

La búsqueda de una mayor repercusión mediática y de más público en las canchas

Pero el balonmano no ha sido bien promocionado hasta ahora para llegar a más público y aumentar su popularidad más allá de las tres semanas del evento. El mundial ha ido creciendo en impacto y ese tirón debería canalizarse en una mayor repercusión mediática y de asistencia de espectadores en la liga Asobal. Si al principio fue Teledeporte quién lo emitía con audiencias de un 5%, los cuartos ya subieron al 8%, la semifinal al 11% (ya emitida en la Primera) y la final registró un muy estimable 21% de cuota de pantalla con tres millones y medio de espectadores, un muy buen resultado pero aún lejano del que este deporte obtiene en países como Dinamarca, Alemania, Francia o Polonia, donde hasta el 50% de los espectadores sigue a sus selecciones en los partidos decisivos de los grandes campeonatos. Pero sin duda es un dato que invita al optimismo y debería aprovecharse la atención que el balonmano ha generado estos días para conseguir un mayor seguimiento tanto en los pabellones como en la televisión, ya que las audiencias de la liga Asobal dejan mucho que desear.

Ahora, llegarán algunos cambios, en lo deportivo y lo institucional. Alberto Entrerrios deja paso a los más jóvenes en la selección como antes del campeonato lo dejó también Juanin García cuya polémica no convocatoria para el mundial se ha demostrado un acierto pues ha permitido asentarse al hijo del seleccionador (Valero Rivera Folch) y al joven Aitor Ariño, que hasta hace poco jugaba con la selección junior y serán la base del equipo del futuro junto a otros jóvenes como Álex Dujshebaev (el hijo del mítico Talant que ya despunta en el Balonmano Aragón) o el portero Gonzalo Pérez de Vargas. Pero el cambio más importante llegará en la federación española, ya que Juan de Dios Román concluye su periodo presidencial y en las próximas elecciones el nuevo presidente debe aceptar el difícil reto de relanzar el balonmano para que sea más practicado y «consumido» tanto en las canchas como a través de la televisión para propiciar el regreso y la implicación de los patrocinadores.

El éxito de España en el mundial de balonmano debería ser utilizado para ayudar a un deporte que ha sufrido como pocos el azote de la crisis. A la sombra del todopoderosos fútbol y del baloncesto, cuya liga ACB es aún considerada la segunda del mundo tras la NBA, el balonmano español ha sufrido la huida de patrocinadores como pocos deportes. Si hace unos años los equipos españoles copaban las finales europeas de balonmano y la liga Asobal rivalizaba con la Bundesliga alemana, ahora ha perdido vigor y las estrellas han empezado a emigrar. Lo resumía muy bien Viran Morros tras la final del mundial: “Necesitamos que las instituciones y las empresas apuesten por nosotros, si no, un éxito como este es muy difícil que se vuelva a producir”.

Para Viran Morros, el apoyo de empresas e instituciones es vital para poder conseguir más éxitos deportivos.

El exilio forzoso de las estrellas ante la crisis

Y es que la crisis ha repercutido en el exilio forzoso de algunos de los mejores jugadores nacionales. Para ilustrarlo sirve un dato. De los 16 campeones del mundo en Túnez 2005, todos jugaban en España mientras que, ocho años después, de la selección actual, hasta seis jugadores han tenido que salir fuera de nuestras fronteras para aspirar a unas condiciones que los clubes en España ya no les pueden ofrecer. Una emigración como la que ocurre en cualquier ámbito de la vida económica cuando los mejores científicos o ejecutivos buscan un futuro mejor fuera de nuestras fronteras. Una fuga de talentos, pero también de cerebros, pues para llegar a lo más alto en cualquier deporte profesional se necesita tener la cabeza bien amueblada.

Así, algunos de los mejores jugadores españoles han emigrado en los últimos dos años. Entre ellos el destino más común es Francia. En el HBC Nantes hay hasta tres campeones del mundo, Alberto Entrerrios, Jorge Maqueda y Valero Rivera Folch mientras que el portero Juan Carlos Sierra pone a buen recaudo la meta del Paris Sant Germain en donde también le acompaña Antonio García. A Alemania también emigran algunos jugadores como el pivote Gedeón Guardiola, jugador del Rhein Neckar Lowen. Además, Cristian Ugalde, lesionado de última hora para el mundial, ha recalado esta temporada en el Veszprem húngaro donde le entrena el ex jugador Antonio Carlos Ortega, en una liga que crece y en la que también ejerce el seleccionador que hizo a España campeona del mundo en Túnez 2005, Juan Carlos Pastor. Y esto entre los 16 campeones porque hay más casos de jugadores españoles que han tenido que emigrar a otras latitudes para buscar un futuro mejor. Del resto de campeones, siete ejercen en el FC Barcelona, dos en el Atlético de Madrid (Julen Aguinagalde y Joan Cañellas) y Carlos Ruesga en el Ademar León, un grande que empieza a sufrir también apuros económicos.

Alberto Entrerrios, tras proclamarse campeón del mundo, uno de los emigrantes de «oro» en Francia.

El balonmano femenino, cuando la emigración es norma

En el caso de las chicas, se da el mismo fenómeno, incluso acentuado. Pero no es noticia porque el deporte femenino en España solo recibe la atención mediática en los grandes eventos, cuando las medallas de los Juegos Olímpicos (11 de 17 para las mujeres en Londres 2012) les conceden un protagonismo que el resto del año brilla por su ausencia. Las “guerreras” fueron bronce (como en el mundial 2011) y tuvieron una destacada presencia mediática que caducó tan pronto como la citá olímpica. En su caso, la emigración no viene de ahora, es una norma porque la liga femenina de balonmano prácticamente no permite ejercer el deporte de forma profesional. Las mejores jugadoras españolas destacan fuera de nuestras fronteras y hasta 12 de las 16 que jugaron el último europeo lo hacen fuera de nuestras fronteras, principalmente en Serbia, Dinamarca, Francia y Rumanía, países donde el balonmano femenino es  casi o más seguido que el masculino y donde sus jugadoras son estrellas del deporte.

La liga Asobal, de dominadora europea a la lucha por la supervivencia de los clubes

Volviendo al balonmano masculino, la propia liga Asobal no tiene una gran empresa que la patrocine. En fútbol, un gran banco está detrás tanto de la primera como de la segunda división y lo mismo ocurre con el baloncesto, donde una de las principales eléctricas da nombre al campeonato liguero. Pero el balonmano no tiene un patrocinio, como tantos equipos que han visto como sus espónsors recortaban el presupuesto o directamente lo retiraban. Y es que ya se sabe que en tiempos de recortes, lo primero en lo que dejan de invertir las empresas es en publicidad y patrocinios, aunque posiblemente es cuando debería ser más necesario. Sería deseable que volvieran al deporte con la aprobación de la inminente ley de mecenazgo con importantes desgravaciones para los patrocinadores de equipos deportivos o la autorización a las marcas de cervezas para poder volver a soportar publicitariamente competiciones y equipos.

El Ciudad Real pasó de ser el dominador europeo a un traslado a Madrid por la falta de apoyos.

 

Así, salvo el FC Barcelona y el Atlético de Madrid, con el recurso de contar con un presupuesto cuantioso al estar cobijados bajo sus clubes de fútbol, los mejores equipos de los últimos años han sufrido la falta de apoyo de empresas e instituciones. Entre ellos destacan la desaparición de los exitosos Teka Santander o Portland San Antonio de Pamplonaque tras ser emblemas del continente europeo no pudieron sobrevivir al abandono de sus poderosos patrocinadores. Otros como Bidasoa o Granollers han podido continuar aunque con una dimensión y aspiraciones deportivas mucho menores. Una suerte que también podría correr el Valladolid, que ha tenido que vender a sus estrellas para confeccionar una plantilla llena de jóvenes con la que este año va a sufrir para poder mantener la categoría. Y también el Balonmano Aragón, el último equipo en acogerse al concurso de acreedores. Tampoco hay que olvidar que la reconversión del triunfal Ciudad Real en el Atlético de Madrid se ha producido porque el equipo manchego vió desaparecer las ayudas del gobierno de la región y de su propia ciudad, endeudados como tantos otros. Así, tenemos una liga Asobal donde los equipos sufren por mantenerse y tan sólo el FC Barcelona y el Atlético tienen unas plantillas competitivas a nivel europeo. Una tendencia que ahora, con el impulso de la celebración del mundial en España y el gran éxito deportivo debería invertirse para mejorar la salud de un deporte espectacular que merece recibir más atención y una mayor popularidad.

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