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Por Dan Foster

Estamos en pleno Mundial de Brasil, que nos ha traído nuevas normas. Ya hemos analizado sus cifras y sus estadísticas. Pero… ¿Y si el fútbol acometiera reformas más profundas?

¿Te imaginas que existiera en el fútbol el gol-doble…? ¿Que no hubiera dudas en los fuera de juego…?  ¿Qué los jugadores no pudieran perder tiempo…? ¿Que la falta más insignificante, un simple fuera de banda, pudiera decidir el resultado de una final de la Copa del Mundo…?

Los historiadores cristianos atribuyen la supervivencia secular de la Iglesia Católica a su origen divino. Los no cristianos dan otras razones, entre las que se encuentra una línea de pensamiento donde coinciden muchos de ellos: la inalterabilidad de sus normas y ritos, es decir, el seguir siempre el mismo rumbo, el predicar siempre lo mismo, el exigir siempre las mismas conductas a sus fieles.

Esta teoría de la “la inalterabilidad de las normas” también anida en el pensamiento de muchos estudiosos del fenómeno social que supone hoy el deporte del balompié. El fútbol es fiel, sumamente fiel, al viejo axioma de que “si una cosa funciona, no la cambies”. Por este motivo, las modificaciones de su reglamento a la lo largo de sus centenaria historia han sido mínimas y obedecen sólo al lampedusiano pensamiento de que “conviene que algo cambie para que toda siga igual”.

Establecido todo lo anterior, puede resultar pretencioso, iluso e inútil, cuando no provocador, intentar cambiar las reglas de un deporte que funciona perfectamente como catalizador de las pulsiones personales y sociales, como un colosal negocio y como un magnifico segmento de ocio al que están adheridos millones y millones de personas en todo el mundo.

Imagen de Pexels en Pixabay.

Sin embargo…

Sin embargo, aquí van una serie de propuestas de cambio del reglamento con objeto de hacerlo más apasionante y espectacular. Analiza sus justificaciones y luego dictamina si te gustaría verlas plasmadas o no en el terreno de juego.

DURACIÓN DEL PARTIDO

Como todo el mundo sabe, el tiempo oficial de un encuentro de fútbol es de 90 minutos, dividido en dos tiempos de 45, con un descanso de 15.

Ahora bien, el tiempo real de juego, es decir, el tiempo en el que el balón está en movimiento y los jugadores en acción, se encuentra, de media, en torno a los 55 minutos. Esto quiere decir que, en cada encuentro, se pierden unos 35 en preparación para lanzamientos de faltas, formación de barreras, discusiones con el árbitro, lesiones leves, cambios de jugadores, etc.

  • Propuesta: el tiempo de cada partido debería ser de 60 minutos de juego efectivo real, dividido en dos partes de 30 cada una. Es decir, el cronómetro, al igual que ocurre en el baloncesto o el fútbol sala, se detiene en el momento en que se pare el juego por cualquier circunstancia, y reanuda la marcha cuando el balón se pone en movimiento.
  • Justificación: el juego se dinamizaría en gran manera, ya que se acabaron inventarse pequeñas lesiones para arañarle tiempo al cronómetro, retrasarse los porteros a la hora de sacar de puerta cuando van ganando, parar el partido los entrenadores en los últimos minutos para hacer un cambio de jugadores, dejarle la pelota a otro jugador para sacar de banda y mil argucias más.

EL GOL DOBLE

El 80% de los goles se marcan desde dentro de área. Aproximadamente, la mitad de ellos se deben a jugadas elaboradas, y la otra mitad a fallos de la defensa, del portero, o como consecuencia de barullos o rebotes involuntarios. Es decir, el 50% de los goles, la salsa del fútbol, carecen de belleza.

  • Propuesta: los goles desde fuera del área valen doble, siempre y cuando el balón no lo toque ningún jugador, voluntaria o involuntariamente, del propio equipo del que chuta.  En otras palabras, si el equipo de casa va ganando por 1-0 y el contrario le marca un gol desde fuera del área, el marcador se convierte en 1-2.
  • Justificación: conesta regla se marcarían más goles que son, sin duda alguna, la salsa del fútbol y, en consecuencia, los partidos ganarían en espectacularidad.  Los equipos que fueran ganando por la mínima e, incluso, por dos goles, no podrían echarse para atrás a aguantar el resultado ya que en cualquier momento un lanzamiento desde fuera de área podría ser fatal para ellos. Esta regla causaría, justo, el mismo efecto dinamizador que producen los triples en el baloncesto. Además, pondría de moda a los cañoneros y cada lanzamiento de falta desde fuera del área despertaría una inusitada expectación entre los espectadores.

REDUCCIÓN DE LOS FUERAS DE JUEGO

Los fueras de juego, junto a los penaltis, generan el 99% de las protestas de los jugadores y aficionados. Más de una vez a lo largo de la historia, y en diversos medios, se ha propugnado su desaparición. Craso error. Si esto ocurriera algún día, podría suponer un golpe muy fuerte al deporte del balompié por una sencilla razón: una de las claves psico-sociales del reinado de Su Majestad el Fútbol en el universo deportivo radica en las discusiones que genera cada partido. El fútbol, no lo olvidemos, oficia como catalizador de pulsiones personales y sociales. Para numerosos aficionados, los gritos e insultos en el estadio a árbitros y jugadores, así como como las discusiones en el bar-trabajo-casa, actúan como tubos de escape de los numerosos problemas individuales que acarrean la vida laboral y/o familiar.

El fuera de juego es la salsa del día después.
  • Propuesta: reducir el espacio de los fueras de juego. Estos dejan de existir entre la línea divisoria del campo y la frontal del área grande.  Es decir, el fuera de juego sólo se puede pitar cuando ocurre en el interior del área.
  • Justificación:   los fueras de juego en la zona ancha de cada campo deslucen por completo el juego, ya que en reiteradas ocasiones abortan la jugada más espectacular que tiene el fútbol: el contrataque. En la actualidad, restan numerosos momentos de espectáculo al cortar de raíz las galopadas de los delanteros perseguidos por los defensas. Galopadas que pondría al público en pie y que muchas veces terminarían en penaltis, bien por la salida a la desesperada del portero, o por la zancadilla instintiva del defensa al comprobar, impotente, que el contrario entra en el área y está a punto de conseguir gol.

Por hoy nada más. Volveremos con nuevas propuestas, siempre tendentes a conseguir que el deporte rey tenga aún más emoción y espectacularidad. Y esto sólo se consigue si las normas ayudan a que se marquen más goles en los partidos.

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