Enhamed Enhamed, la vida como un reto constante
Por Daniel Riobóo Buezo Seguir a @danirioboo
Enhamed Enhamed es canario, hijo de padres saharauis, tiene 27 años y es el quinto de seis hermanos. Enhamed está considerado como uno de los mejores deportistas paralímpicos de la historia y es, sobre todo, una persona que siempre busca continuos retos. Parece tener las cosas muy claras y además sabe transmitirlo ya que tiene unas grandes dotes comunicativas y una serenidad, sentido del humor y buen rollo muy contagiosos. Más allá de sus impresionantes logros deportivos, Enhamed también nos ofrece una receta para superar los obstáculos que podemos tener en el camino hasta conseguir nuestras metas. En su caso han sido grandes retos deportivos y personales que por ahora, y con mucho esfuerzo, ha conseguido cumplir. Si bien ya es conocido por muchos, hemos repasado con él su trayectoria vital y deportiva para ver cómo ésta ha moldeado su personalidad convirtiéndole en un ejemplo, para muchos, tanto como deportista como en su faceta humana.
Aunque mucha gente conoce tu historia hay también otros que no la conocen por lo que, si no te importa, querría preguntarte al respecto cronológicamente. Hay un hecho que marca tu vida desde muy joven ya que dejaste de ver a los 8 años tras un desprendimiento de retina. ¿Cómo te afectó? Porque el tuyo es un caso bien diferente al de un invidente de nacimiento.
Siendo un niño de 8 años te adaptas muy rápido porque es un cambio más en tu vida, no supone una grandísima diferencia. De repente no ves y dices, bueno esto es lo que hay. La diferencia básica con alguien que no ha visto desde el nacimiento, y me considero muy afortunado en este sentido, es que el cerebro para el que ha visto no sufre un cambio. Es decir, no es que de repente veas oscuro o desaparezcan todas las imágenes. El cerebro sigue construyendo imágenes a su manera con los sentidos de los que dispones pero te permite entender la información que te llega por parte de la gente que si que ve, y yo creo que eso es una grandísima ventaja.
¿Cuando decides dedicarte más en serio al deporte, en este caso a la natación? ¿Hubo alguna persona especial que te lo aconsejara o te guiara?
Empece a nadar a los 9 años como un hobby sin más. Durante esos años la persona que me enseñó a nadar y que apostó por enseñarme muy bien la técnica fue Ramón Berbillar. Se preocupó de que aprendiera cada gesto técnico lo que te da una muy buena base para mi vida posterior como nadador y que de otra manera no habría tenido. Pero no han sido personas específicas sino más bien circunstancias porque realmente por lo que me dediqué más a la natación fue porque, en el instituto, no me dejaban hacer gimnasia. Entonces, yo sentía que podía hacer todas esas cosas y además me encantaba correr y entrenar y no entendía por qué tenía que quedarme sentado haciendo los deberes. Y eso es lo que lo motivó y un entrenador que me dijo que teníamos la posibilidad de ir a un campeonato internacional si entrenaba en serio. Así, a los 14 años empezamos a entrenar ya 3 horas diarias y, un año después, cambié de entrenador y me dijo: «Vamos a dejarnos de tonterías» y si de verdad quieres ir a los JJOO de Atenas 2004 hay que entrenar en jornadas de mañana y tarde. Esa disciplina y esa constancia y que este entrenador no entendía mucho de psicología deportiva-su idea era :»para lo que estás haciendo mejor haberte quedado en casa»- me obligó a mejorar continuamente porque nunca era suficiente. Ese fue el punto de inflexión para dedicarme en serio a la natación.
Que te tratara así tu entrenador debió ser muy duro psicológicamente al principio aunque también me imagino que esa fuerte disciplina y exigencia debió moldearte el carácter y generar actitudes.
Socialmente, personalmente e incluso a veces profesionalmente no son las actitudes más adecuadas pero es que el deporte requiere que te mates a entrenar porque todo el mundo entrena lo mismo y la diferencia va a ser el que sea capaz de dedicarse en cada entrenamiento y, si me apuras, en cada brazada, a dar lo máximo. Y eso es muy difícil porque el cerebro tiende a acomodarse. Somos animales que buscamos economizar el esfuerzo lo máximo posible. Y que alguien te diga «esto que estás haciendo es una mierda y haberte quedado en tu cama» y dices, estoy a 180 pulsaciones, me duele todo el cuerpo y tengo frío y encima tengo hambre, cómo quieres que lo haga. Y que él te diga «me es irrelevante, tienes que hacerlo». Todo eso te da una capacidad de trabajo muy grande.
Después, pese a que llevabas años entrenando y compitiendo a un buen nivel, realmente dices que «ganaste a la ceguera» a los 20 años, antes de los Juegos Paralímpicos de Pekín 2008 donde conseguiste tus mejores resultados (cuatro medallas de oro). ¿Qué es lo que quieres decir con esto? Por decirlo de una forma metafórica, ¿abriste los ojos tu solo o alguien te ayudó a hacerlo para llegar a otro nivel?
Cuando volví del mundial de Sudáfrica de 2006 había conseguido las medallas pero no tenía las marcas. Creo que todo deportista lo ha experimentado, cruzas la línea de meta pero piensas que no te gusta lo que has hecho, tu desempeño. Estás entrenando con los mejores y en las mejores instalaciones pero piensas qué está pasando para no mejorar tus marcas. Tuve una crisis durante dos meses y quería dejar de nadar hasta que me di cuenta de que estaba viviendo una vida que no era la mía, mi actitud no era la adecuada. En todo decía que no era capaz de hacer las cosas como el resto de personas porque era ciego. Entonces me planteé, ¿quién me dice a mí que no puedo hacer las cosas solo porque soy ciego? ¿Soy yo o es alguien más? Cuando te das cuenta de que es el entorno, la gente que ve, que te dicen «esta bien esta marca, para ser ciego no está mal» caes en la cuenta de que ellos no lo creen posible porque si cerrasen los ojos no podrían hacerlo pero esa no es tu realidad. Es como si vas a entrenar después del trabajo y la gente te dice que no podrás conseguir buenos resultados en esas condiciones, es porque ellos no lo harían. Eso me obligó replantearme todo y marcarme objetivos que, a priori, parecieran extremadamente difíciles pero que son los que tiran de ti. Y busqué hacer récords del mundo. Eso obligó a mi mente a obtener recursos y ofrecer respuestas que antes no tenía. Cambié mi percepción del mundo, mi interpretación de los hechos y empezar a sustituir esas emociones de frustración o de tristeza que tenía por emociones más acordes a aquello que necesitaba.
En ese sentido, hoy en día muchos nos quejamos continuamente y nos ponemos barreras para excusarnos a la hora de perseguir nuestros sueños. En tu caso, no solo lo haces sino que además superas continuamente dificultades y retos. ¿Cuál crees que es la clave para cambiar?
Creo que algo tan sencillo como ser consciente de que puedes cambiar. Si nos decimos continuamente «la vida es así, yo soy así, el deporte es así», son frases que impiden el cambio. Es como si tuvieras un burócrata en tu cabeza. También hay que tener en cuenta que si una persona ha hecho algo tú también puedes hacerlo. No estoy hablando de que si Michael Phelps, Usain Bolt, Roger Federer o Nadal hacen lo que hacen nosotros podamos hacer lo mismo sino de ser conscientes de que hay cosas que han hecho esas personas que nosotros sí podemos hacer y transferir a lo que estamos viviendo.
Has conseguido tus retos deportivos y personales con una fórmula aparentemente sencilla pero que casi nadie pone en práctica. Al proponerte retos recomiendas ponerlos por escrito y dividir los objetivos a largo plazo en partes más pequeñas para ir manteniendo la motivación día a día. ¿Crees que ponerlos por escrito es una forma de compromiso superior y que nos auto obliga más?
Hay que darse cuenta de que las circunstancias no son perennes, lo que vives hoy no va a ser necesariamente lo mismo que lo que vivas dentro de unos meses, hay una investigación psicológica muy interesante al respecto. Hay cosas que quieres ahora y que te gustarán para siempre pero también, por ejemplo, un grupo de música por el que pagarías lo que fuera para ver hoy en día y dentro de diez años diríamos ¿pero qué dices? Todo cambia pero nosotros queremos ser siempre los mismos. En este sentido, no sé si has tenido la sensación de ir a hacer la compra y de que se te haya olvidado la mayor parte de las cosas aunque alguna de ellas era lo más importante que ibas a comprar. Es exactamente lo mismo. Tú no puedes recordar todo lo que quieres y todo lo que vas a hacer, es imposible para el cerebro porque se calcula que tenemos unos 60 mil pensamientos diarios. Manejamos muchísima información al mismo tiempo y es imposible que recordemos lo que podemos hacer dentro de un año, por eso es importante ponerlo por escrito. Para que puedas leerlo todos los días y ser consciente de por dónde quieres ir, a qué punto nos hemos propuesto llegar y, al mismo tiempo, como es dentro de un año. Lo ideal es dividirlo en periodos de tiempo menores para decir, en abril quiero estar aquí, en noviembre allí o dentro de dos días tengo que estar en este punto. De hecho, lo ideal es tener objetivos para dentro de dos o tres días para tener unas tareas inmediatas y, cuando las vayas acabando, ir a por las siguientes y que siempre todo vaya encaminado al objetivo global.
¿Crees que hoy en día en las sociedades acomodadas del primer mundo cada vez más personas estamos perdiendo cualidades como la constancia y el tesón y que todo lo queremos aquí y ahora y con el menor esfuerzo posible? De nuevo recurriendo a una metáfora, ¿estamos equivocando el camino al querer saltar mucho sin haber entrenado lo suficiente?
Si vas a comprar lo primero que te venden son las bolsas, latas o botellas con abre fácil o aprende inglés en siete días de forma cómoda y segura. Todo es fácil pero para mi lo fácil siempre es enemigo de lo bueno. Si algo es sencillo no te requiere desarrollar nuevos recursos o habilidades ni que cambies las cosas que estás haciendo y entonces no hay mejoras. Y creo que, cuando las personas no mejoramos, nos estancamos y, cuando esto ocurre, acabamos perdiendo el interés por todo. Estamos en una sociedad basada en la inmediatez y tener que responder a todo cuanto antes, y en la que todo tipo de distracciones continuas consiguen que economices y simplifiques todo lo que estás haciendo. Estamos en un punto en el que aquellos que sean capaces de borrar la palabra fácil de su cabeza y de buscar una forma de trabajar más acorde a los retos que se proponen y de esforzarse poco a poco cada día, creo que esas personas son las que tendrán una ventaja competitiva.
Después de los Juegos de Londres decides dar un giro a tu vida y preparar triatlones. Más concretamente afrontar un Ironman en menos de un año (siete meses), algo que puede parecer directamente una locura pues suele necesitarse mucho más tiempo. Has sido el primer invidente en completar un Ironman, el de Lanzarote, que es calificado como el más duro del mundo. ¿Por qué decidiste afrontar este reto?
Básicamente porque la natación ya me aburría. Me sigue encantando competir pero entrenar me resultaba pesado y necesitaba algo nuevo. Y el Ironman me ofrecía muchas cosas nuevas. Primero, que la natación era fondo y yo estoy acostumbrado a hacer velocidad. 3800 metros era un entrenamiento completo y aquí después de eso tenía que coger la bicicleta, algo que no había hecho desde que me había quedado ciego. Y encima eran 180 kilómetros con desnivel y, para rematar, la maratón, cuando en noviembre del año pasado no había corrido más de 2 kilómetros en mi vida. Entonces me propuse algo extremadamente difícil y la pregunta no era si iba a terminarlo o no sino ver si iba a ser capaz de entrenar para terminarlo y si, ese día, iba a ser capaz de aguantar durante todas esas horas. Es una pregunta que me hago constantemente, a ver si soy capaz de hacer esto o lo otro. El hecho de prepararlo en tan poco tiempo era por tema de calendario y era una locura, pero generalmente soy bastante inconsciente y si algo me entusiasma pienso mucho en los pros y poco en los contras. Aunque no estoy tan loco como para lanzarme a esta aventura con programas de entrenamiento que encuentras por internet, porque una cosa que me ha enseñado la natación es que el entrenamiento es muy importante, pero lo es más aún que te rodees de los mejores y que te enseñen a entrenar inteligentemente para optimizar el tiempo y adecuar todo a tu objetivo.
Curiosamente en tu blog llamas a la entrada sobre tu hazaña «Iron MIND» (mente de hierro), por la fortaleza mental que requiere una hazaña como la que conseguiste. En ella describes al detalle todas las sensaciones y el desarrollo de la prueba así como también lo mal que lo pasaste, llegando casi al límite en los últimos kilómetros del maratón. ¿En algún momento pensaste en abandonar?
No, porque una vez metidos en un berenjenal así y con toda la gente implicada, con la realización de un documental, amigos que habían venido a verme desde Madrid y Las Palmas, no podía echarme atrás. Y había implicado a Andreu, que era mi guía y tenía una responsabilidad con él. Cuando dices que no hay vuelta atrás, al igual que me pasó con mi entrenador, solo te queda seguir para adelante y la forma en la que lo hagas es lo que hace la diferencia.
¿Qué es lo que te ha aportado superar este nuevo desafío con respecto a cuando competías en natación?
Sobre todo a amar el deporte por encima de todo. Cuando compites en natación, en un deporte de élite, hay un momento en que se pierde de vista que eso es deporte y se vuelve bastante impersonal e inhumano. En cambio en un reto de estas características, tan largo, con tanta gente animándote, echándote unas risas con otro triatleta que te anima, es algo diferente, es más humano y te acerca más a la gente porque están animándote, a los atletas con los que has entrenado. Y al final refleja lo que es el ser humano, el querer llegar siempre más lejos.
Además de las competiciones, realizas actividades que a muchos nos parecerían muy difíciles y lo son más aún para un invidente, como recientemente subir una montaña como el Klimanjaro. Me imagino que lo haces por puro amor al deporte no habiendo una competición de por medio. ¿Qué es lo que te ha motivado a hacerlo y qué sensaciones te ha provocado?
Era una propuesta que me hicieron y que me apetecía hace tiempo y dije: «venga, ¿por qué no?». Y quería, sobre todo, saber lo que siente un montañero. Porque yo no lo voy a experimentar en una pared helada del Everest, pero quería ver cómo funciona su mente durante esos días y pude hacerlo porque había dos alpinistas muy experimentados con nosotros. Quería saber qué les movía, que había ahí detrás, qué era necesario mentalmente. Y eso es lo que realmente amo del deporte. Los cuerpos de las personas pueden llegar a hacer muchas cosas pero lo que les diferencia es la cabeza, qué cosas se dicen, qué cosas piensan, cómo se estructura. Eso es lo que realmente me apasiona del deporte.
Has conseguidos multitud de logros, muchos triunfos deportivos y récords pero también reconocimientos públicos como la Real Medalla de Oro al Mérito deportivo o ser abanderado de España en la ceremonia de clausura de los Juegos de Pekín 2008. ¿Cuál es el triunfo deportivo o el premio que más ilusión te ha hecho recibir y por qué?
Me pillas en fuera de juego…pero podría decirte que la final de 100 mariposa de Pekín 2008. Ha sido la mejor prueba de mi vida, no sólo por el récord del mundo y la medalla. A nivel deportivo fue perfecta y eso es muy difícil de conseguir. También el Ironman porque hace dos años me parecía impensable hacerlo. Y ya fuera del deporte, más que premios y, aunque te suene a autopropaganda, el momento en el que en 2009 una de las murgas del carnaval de Las Palmas me dedicó una canción y subí al escenario con ellos y había miles de personas que te reconocen como un deportista más. Esa sensación es indescriptible.
Vivir todos estos retos y conseguir superarlos te ha hecho también poder trabajar ayudando a personas a través del Coaching deportivo e impartiendo conferencias. ¿Puedes contarnos más en qué consiste esta faceta y qué casos de superación en los que has colaborado te han impresionado más?
Como el cerebro es igual para todos, lo que aprendes en el deporte te sirve para otras áreas de la vida. Al principio, en las conferencias, contaba mi historia, pero te das cuenta de que a la gente le impactaba pero luego volvían a sus vidas. Por esto empecé a cambiarlas hace tres años y ahora las adecuo más al público que tengo delante. ¿Qué puedes hacer tú para mejorar algo en tu vida? Y me encanta, ves la reacción de la gente y es diferente porque se llevan muchas cosas que luego pueden hacer en sus casas. En cuanto a las colaboraciones, no sólo se trata de ayudar a superar récords del mundo, hay casos más satisfactorios. Como el de un chico que estaba perdidísimo y con problemas en muchas áreas de su vida. Me asustó y quería derivarlo a un psicólogo pero, al final, después de cuatro meses con él, se fue a Alemania a trabajar en lo que le gustaba y había dejado de tener miedo a todo lo que le asustaba. Ahora le va muy bien. También estoy muy contento de haber ayudado a un triatleta que, como él decía, se ahogaba en la bañera y, después de llevar años posponiendo un Ironman, en siete meses trabajando con él ha conseguido terminarlo con un gran tiempo. Ahí te das cuenta de que esto es lo que te gusta. Estaba entrenado de sobra pero el cambio es que su cabeza se vió capaz de hacerlo siguiendo nuestras recomendaciones y por fin consiguió su objetivo. Me parece más difícil ayudar a alguien que no se ve capaz en absoluto de hacer algo que ayudar a un gran atleta muy capacitado a batir un récord del mundo.
Además de conseguir los retos que te propones tienes una gran capacidad comunicativa para transmitirlos, algo que también es muy importante para un deportista.
Creo que los deportistas tenemos un deber con la gente, la gente te da mucho y pienso que nosotros también tenemos que ofrecer algo a cambio. Ganar medallas y aparecer en la tele y en la prensa no es darle a la gente cosas, ayudarles y compartir nuestras experiencias es un deber que creo que tenemos que cumplir y, además, es que me encanta hablar. Por eso aún me cuesta algo en Estados Unidos. Comunicar es muy importante pero también lo es saber escuchar a la gente.
Ahora vuelves a EEUU donde llevas unos meses viviendo y dices que salvo pilotar un avión crees posible hacer cualquier cosa. ¿Cuáles son tus próximos retos deportivos y personales?
Hay muchas cosas que me gustaría hacer aunque aún no he hecho el calendario de 2015 y 2016. Me apetece mucho correr el maratón de Nueva York pero, sobre todo, el de Boston, porque viví el ambiente previo en la última edición y me pareció una pasada. También hay travesías de 14 y 20 km en mar abierto que me encantaría hacer pero aún no me he puesto a pensarlo. Antes tengo que coger un avión, llegar a San Francisco, buscar casa, trabajo…creo tras los próximos dos meses de instalación ya empezaré a buscar nuevos retos y, aunque me gusten las locuras de siete meses, también me gustaría preparar algo de forma más pausada.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.