«Nosotras», historias del olvidado deporte femenino
Por Rubén Guerrero Castilla Seguir a @RubenGuerreroo
“Cualquiera que sea el tamaño de nuestro sueño, tenemos el poder de alcanzarlo”. Esta afirmación la realiza Patricia Campos en Nosotras, un libro que tiene el objetivo de dar luz a esas historias del deporte femenino que son olvidadas, ignoradas y ninguneadas por una gran parte de la sociedad y esos medios de comunicación que andan más preocupados por los caprichos de turno de los futbolistas de moda que por el esfuerzo, el talento, el carácter, los valores, la entrega y los éxitos que consigue la mujer en el deporte.
Volviendo a Patricia, su historia -como la del resto de protagonistas de este libro por la igualdad y visibilidad del deporte femenino- es fuerza y pureza. Ella se convirtió en la primera mujer en pilotar un avión reactor en las Fuerzas Armadas, de donde tuvo que marchar por su condición sexual. Buscando nuevos aires viajó hasta Estados Unidos para convertirse en la primera mujer europea en entrenar a un equipo profesional americano. Y, por si no fuera suficiente, se propuso el reto de juntar a niñas y niños alrededor de un balón en un país como Uganda donde las mujeres son consideradas ciudadanas de segunda categoría. Para Patricia, la felicidad es creer en ti y no abandonar nunca tus sueños.
Los techos de cristal y la brecha salarial
Nosotras es felicidad, pasión y deporte. Nosotras es no rendirse ante los obstáculos a pesar de la desigualdad, la brecha salarial, el sexismo y los techos de cristal. Nosotras es fuerza, superación y lucha. El cáncer no tuvo nada que hacer ante el “yo quiero, yo puedo, yo soy capaz” de Carlota Serrano, subcampeona de España de 400 metros vallas y una ganadora de la vida. Nosotras también es maternidad y conciliación familiar. Ana Casares, madre de tres niños y campeona de España de duatlón, triatlón y maratón, lo tiene claro: “Nunca digas que algo es imposible”.
Las mujeres pueden ser madres y deportistas a la vez. Y también pueden ser femeninas. Ya está bien de tener que aguantar esos estereotipos que se empeñan en masculinizar a la mujer deportista. Yohanna Alonso, doble campeona del mundo de muay thai y guardia civil especializada en temas de violencia de género, ha tenido que lidiar, como muchas de las protagonistas de este libro, con demasiadas actitudes machistas.
Nosotras es deporte, pero también es un relato de vida, de mujeres trabajadoras como Lorena Bocanegra, que entre cafés y tostadas en su bar hace regates para poder practicar el fútbol sala; o Blanca Manchón, seis veces campeona del mundo de windsurf, a la que dejaron tirada sus patrocinadores al poco de tiempo de anunciar que iba a ser madre.
El deporte camina de la mano con la sociedad y también se encuentra de frente con esa brecha salarial que limita las opciones económicas de las deportistas. A Sandra Gómez, campeona del mundo de SuperEnduro, le quitaron directamente el premio por su campeonato argumentando que había recortes en la Federación de Automovilismo. Curiosamente, los hombres sí recibieron sus compensaciones económicas.
Todavía hay hombres que se sorprenden cuando ven bajar del coche a Cristina Gutiérrez, primera española en completar un Dákar. Y hay otros que se molestan más de la cuenta cuando son adelantados por mujeres ciclistas como Mavi García y Lourdes Oyarbide. A Beatriz Manchón, campeona del mundo de piragüismo, no la dejan participar en el Descenso del Sella por el simple hecho de ser mujer. Las discriminaciones encierran cierto temor a que una mujer pueda superar a un hombre en ciertas disciplinas deportivas.
La discriminación mediática de las mujeres deportistas
¿Por qué la mujer deportista no aparece en las portadas o cuando lo hace es por el uso sexista que se hace de ella para buscar el clic fácil? ¿Por qué el deporte femenino no cuenta con el mismo respaldo social y mediático que el masculino? ¿Por qué todavía no existe en la Ley del Deporte un capítulo que recoja los derechos de la mujer en el deporte profesional? ¿Por qué las mujeres no pueden competir en igualdad de condiciones por una cuestión de género? ¿Por qué no se les reconocen sus éxitos? ¿Por qué tienen que ser discriminadas y tratadas de forma diferente? ¿Por qué siguen existiendo techos de cristal y brechas salariales? Muchos de estos porqués son los que forman parte del corazón de Nosotras.
La reivindicación de Nosotras es clara: más visibilidad e igualdad para el deporte femenino. Ni es justo ni moral que la mujer tenga que seguir reivindicándose en el deporte. La sociedad no debería permitir que la mujer deportista tenga que reinventarse a cada paso que da. El examen que tienen es permanente. Siempre están miradas con lupa, aunque después casi nadie se acuerda de ellas. Y en ocasiones tienen que verse radiografiadas de arriba abajo por como van vestidas. Liliana Fernández y Elsa Baquerizo, la mejor pareja española de voley-playa de la historia, tiene que seguir aguantando a estas alturas del siglo XXI que mucha gente se fije más en sus cuerpos que en el juego y los resultados que consiguen.
Nadie se acuerda del deporte femenino. Pero ellas están ahí. Luchando a diario por alcanzar nuevas metas. Sin apoyos, pero con mucha ilusión. Invisibles, pero sin perder la pasión por el deporte. Dos datos siguen preocupando. Ninguna mujer está en la lista de los 100 deportistas mejor pagados del mundo. Y, según los últimos datos de la Unesco, sólo el seis por ciento de las noticias deportivas que se publican están relacionadas con el deporte femenino. Curiosamente, en los últimos Juegos Olímpicos, los de Río de Janeiro, las mujeres españolas ganaron más medallas que los hombres. Pero la invisibilidad es, por supuesto, para ellas. No tenga dudas. Siempre interesará más un corte de pelo, cambio de vestimenta, estreno de coche o tatuaje de alguno de los futbolistas de turno que los triunfos alcanzados por la mujer en el deporte.
La falta de apoyo institucional al deporte femenino
Y luego llegarán los vendedores de humo para aparecer triunfantes en la foto y anunciar que apoyan al deporte femenino con subvenciones, recursos, ayudas y bla, bla, bla… Una más de las muchas mentiras que rodean al deporte. Pero, a pesar del escaso compromiso de la mayoría de instituciones, grandes empresas y medios de comunicación, el cambio tiene que llegar. Y en ese camino hacia la igualdad tengo claro que hay que seguir la filosofía y los valores del rugby tan magníficamente transmitidos por Patricia García y Alhambra Nievas en el libro. Esto tiene que ser un trabajo de equipo. Todas y todos tenemos que aportar en la lucha por la igualdad y la visibilidad de la mujer en la sociedad y el deporte. Y tenemos que remar para que las reivindicaciones de Nosotras tengan largo recorrido y no queden en el olvido.
Nosotras es una historia de mujeres valientes que se enfrentan con una sonrisa al cáncer o a la bulimia, mujeres que se levantan y vuelven a volar tras ser marginadas por su condición sexual, mujeres que compiten con sus hijos e la mano, mujeres comprometidas al máximo con su deporte, mujeres que tienen que luchar en minoría en un mundo de hombres, mujeres que transmiten valores a la sociedad con sus proyectos deportivos, mujeres que son toda solidaridad, mujeres que piden paso, mujeres que merecen ser respetadas, mujeres que aman de manera incondicional el deporte y, sobre todo, mujeres que son felices, a pesar de las tormentas, con lo que hacen.
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