Ser o no ser yogui, los beneficios del yoga como estilo de vida
Por Marta De La Fuente Villalaín Seguir a @MartaDFV
Saludo al sol, a la luna, la postura de la montaña, del árbol o del perro boca abajo. Efectivamente, estas palabras que pueden sonar a chino, no se refieren a la práctica de ningún deporte, sino a una disciplina milenaria que ayuda a equilibrar cuerpo y mente, cuyo origen se sitúa en India: El Yoga.
“El yoga no es un deporte, ni se puede considerar como tal. No hay que competir, ni ser mejor que nadie, sólo buscar la mejor versión de uno mismo. Es una filosofía y hay que practicarla con coherencia y respeto. La práctica de las posturas, debe hacerse con honestidad. No forzar, ni juzgarnos puede convertirse en un gran reto”, explica Elsa Aguirre, profesora de yoga con más de diez años de experiencia.
La universalización del yoga
Esta filosofía, más conocida por la práctica de sus posturas o asanas, que como estilo o forma de vida, cada día gana más adeptos, tanto en España como en el resto del mundo. De hecho, aunque en Oriente es habitual, en muchos colegios occidentales, el yoga se empieza a impartir como parte del programa educativo, como es el caso de Estados Unidos, Italia, Bélgica e incluso España. Además, el yoga se está convirtiendo en una práctica cada vez más común, “ya no sólo lo que hacen algunos cuantos hippies”, afirma Aguirre.
“Yoga es una filosofía. Un camino de autoconocimiento y aprendizaje continuo. La práctica de asanas nos puede aportar muchos beneficios. Y nos podemos quedar sólo con eso pero, sin duda, es una pequeña parte. Hay quien acude al yoga sencillamente porque se lo ha recomendado el médico o algún amigo…para relajarse, combatir el estrés o hacer algo al salir del trabajo, pero también hay quien además de acudir a clase, se interesa en los textos filosóficos del yoga y profundizan de alguna manera”, explica Aguirre.
Tal y como afirma Elsa, son muchos los beneficios que podemos obtener con la práctica ‘física’ del yoga. Las asanas producen determinados efectos en el organismo que, además de mejorar nuestra fuerza, resistencia, movilidad o flexibilidad, nos pueden ayudar a relajarnos, disminuir el insomnio, reducir el estrés, mantener una buena postura, controlar el dolor leve…y un larguísimo etcétera de beneficios, pues cada postura tiene una razón de ser y su fin en el organismo. Sin duda, uno de los motivos favorables para la práctica del yoga, es que sus efectos comienzan a a sentirse desde las primeras sesiones, como sucede con la práctica de muchos deportes.
“Desde que comencé a ir a clases de yoga, por la insistencia de una amiga, descubrí una práctica que me ha ayudado en muchas cosas. Físicamente, se nota desde el principio: fuerza, tonificación, relajación… y mentalmente también. Ahora estoy más relajada y duermo y me concentro mucho mejor. Ahora, como decía mi amiga: no puedo estar mucho tiempo sin practicarlo”, afirma Elena Taranco, una joven de 29 años, estudiante de psicología, que ha encontrado en el yoga un buen complemento físico y mental para su día a día y sus estudios.
Las distintas modalidades de yoga
Para la realización de esta práctica, sólo necesitaremos una esterilla y las nociones de un profesor o maestro de yoga, que nos guíe en las sesiones y también a la hora de elegir el tipo de yoga que más nos conviene. Existen nueve ramas de yoga, y dentro de éstas diferentes estilos, que favorecen o se centran en distintos puntos. Estos son algunos de los estilos más conocidos o practicados:
Hatha: Conocido como el yoga de la fuerza, el hatha es una de las ramas que tal y como el término ha (sol)- tha (luna) indica, busca el equilibrio entre influencias, permitiendo alcanzar mediante el esfuerzo al practicar las asanas, unas buenas condiciones físicas. Es ideal para principiantes, que pueden seguir una evolución asombrosa dentro de este tipo de yoga, el más practicado en occidente. Sus clases pueden ser más o menos dinámicas.
Iygengar: Una práctica que parte de una visión muy precisa de cada postura, en la que cada pequeña parte del cuerpo tiene su papel. Normalmente se utilizan instrumentos como cinturones o bloques de espuma o madera para ayudar a marcar dichas posturas y precisar la alineación de éstas.
Bikram: ‘Yoga caliente’. Se trata de un tipo de yoga con muchos fanáticos y también muchos detractores, pues se realiza a más 36º C. Ello conlleva la eliminación de toxinas mediante el sudor y la consecuente pérdida de peso, pero también puede provocar bajadas de tensión y mareos. No todo el mundo puede practicar este tipo de yoga, compuesto de veinticuatro posturas.
Kundalini: Es un estilo más espiritual, en el que la meditación durante la práctica es muy importante, así como los ejercicios de respiración y la búsqueda de la conciencia.
Ashtanga Vinyasa: Enérgica práctica en la que se combinan los movimientos con la respiración, dando lugar a pequeños circuitos fluidos con movimientos que ayudan a conseguir un cuerpo esbelto y tonificado.
“Lo mejor es experimentar la práctica y desde la propia experiencia cada uno obtendrá su respuesta. Cada día es una oportunidad. Cada vez que nos ponemos en la esterilla, nos encontramos con una página en blanco y podemos tener propósitos distintos. Desde luego, invito a probar la práctica del yoga sin expectativas. Prueba, experimenta y decide”, recomienda Elsa Aguirre.
La filosofía «yogui»
Una vez elegido el estilo que más nos convence, adquiridos los conocimientos básicos en clases de yoga, como respiración, concentración o la forma adecuada de realizar las posturas teniendo en cuenta nuestra anatomía, podemos inmiscuirnos en la disciplina en sí. En la filosofía ‘yogui’.
Valores tan importantes como el control de los sentidos, la meditación o seguir la no violencia, son los que rigen la forma de vida que representa el yoga. Un perfecto yogui, los seguirá a raja tabla o en la medida de lo posible, llevando un estilo de vida, en el que cuerpo y mente deben cobrar la misma importancia y equilibrio.
La no violencia hacia nuestro propio cuerpo y hacia nuestra mente, por ejemplo, puede ser una de las tareas más difíciles de seguir, pues implica evitar todo aquellos alimentos que nos puedan perjudicar, inmiscuirnos en pensamientos negativos y pesimistas, forzar el cuerpo y por supuesto, el consumo de alcohol y drogas.
A pesar de la posible dificultad que puede suponer seguir esta disciplina en su plano más completo –físico, espiritual y mental-, el yoga puede ofrecernos múltiples beneficios desde cualquiera de sus facetas, incluso la más superficial o física. Es un camino que vale la pena experimentar hasta donde nuestro cuerpo, tiempo e interés nos quieran llevar, tal y como muestra el aumento de los alumnos de todo tipo que el yoga encuentra hoy en día.
“Afortunadamente el yoga, cada vez se práctica y conoce más. Hay practicantes fieles, y quienes se cansan con el tiempo y cambian de actividad. Actualmente es algo ‘normal’, y podemos encontrar miles de libros y publicaciones sobre ello si nos interesa profundizar para acercarnos a su filosofía”, finaliza Elsa Aguirre.
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Muy buen articulo, da gusto leer cosas asi tan bien documentadas, ser o o ser yogui es ahora la cuestion…