Por Miguel Ángel Cuevas Hay pipas, caramelos, patatas fritas, palomitas, bocatas varios (el clásico de toda la vida, el de tortilla de patata que engullías junto al humazo de los puros del vecindario), asunto es lo que a los aficionados más arriesgados se les ocurre a veces llevar de casa a un campo de fútbol para matar el hambre o los nervios: nécoras, percebes, caldo de cocido, bacalao al pil-pil, aquello de que junto al Cantábrico no se come nada mal, empezaremos por el entrañable…
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