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Por Daniel Riobóo Buezo 

En «La Leyenda del Indomable», el presidiario Luke Jackson consigue mediante la rebeldía y la tozudez convertirse una y otra vez en el héroe de sus compañeros de presidio. Ante cada nuevo castigo y aislamiento encontraba una nueva ocasión para levantarse y desafiarlos. Al igual que Luke nunca cedía ante la autoridad, Rafa Nadal nunca lo ha hecho ante quienes han querido darle por acabado.

Su último regreso ha sido especial, por lo inesperado y contundente, por volver mejor que nunca. Tras un 2015 y 2016 de lesión en lesión y con la confianza tocada al ver que su físico no respondía a su poderosa mente, ya apuntó en los Juegos de Río lo que posteriormente confirmaría. Su oro en dobles y su lucha hasta la extenuación sin premio en individuales nos avisó de lo que venía. A final de temporada reposó para preparar un regreso triunfal en 2017. Sólo Federer pudo con él en Australia y en su amada tierra batida consiguió ser de nuevo el gran dominador enlazando títulos en Mónaco, Barcelona y Madrid y redondeando en Roland Garros su leyenda con la soñada décima corona. Y Nadal lo hizo conquistando por tercera vez el torneo sin ceder un solo set y haciendo del logro algo hasta aburrido por su absoluta superioridad sobre el resto. En la final Wawrinka estaba tan desquiciado que, en un arranque de ira, dejó su raqueta hecha añicos y ante algunos golpes monumentales no tuvo más remedio que aplaudir. Algo similiar ha sucecido en 2018 tras tener que retirarse en el Open de Australia por lesión y estar de baja casi tres meses. Su vuelta a la arena ha vuelto a ser triunfal tras triunfar en Montecarlo, Barcelona y Roma y al conseguir su Undécimo Roland Garros minimizando el juego del austriaco Dominic Thiem, probablemente el jugador que algún día heredará su dominio en tierra y al que ha derrotado en tres sets por 6-4, 6-3 y 6-2.

Rafa Nadal ha vuelto a impresionarnos a todos al conquistar su undécimo Roland Garros.

En una entrevista tras la final de 2017, una temporada en la que Nadal también consiguió sumar un nuevo título en el US Open, el balear confesaba que la clave para recuperar su mejor nivel eran la pasión por su deporte y la ilusión por seguir trabajando para volver a ser competitivo. Su tío y mentor Toni Nadal añadía después que no le gustaba alabar a su sobrino, pero que no es fácil que haya otra persona que gane diez veces este torneo. Todos sabemos que será prácticamente imposible pero en la forma de su entrenador de relativizar sus hazañas está otra de las claves de su éxito. En la educación de la humildad y en mantener siempre la actitud, que a su juicio había bajado en los dos últimos años y sobre la que le hizo reflexionar durante el parón invernal. También en el continuo aprendizaje y en su reinvención constante, para mejorar su saque, para economizar energía con un drive más agresivo que logre que los puntos duren menos. Igualmente han decidido seleccionar mejor qué torneos jugar para tener más descansos y acotar el desgaste de un calendario agotador. Con la llegada de Carlos Moyá como entrenador, Nadal ha mantenido esta línea e incluso ha dotado a su juego de mayor agresividad para acortar más los puntos y reducir el desgaste físico en los partidos.

En su trayectoria en París, desde su debut en 2005, Rafa Nadal solo ha sido derrotado dos veces. La primera por el sueco Robin Söderling en 2009, muy mermado físicamente. Y en 2015 de forma contundente ante el entonces dominador del circuito, Novak Djokovic. En 2016 tuvo que retirarse antes de la tercera ronda por una lesión de muñeca. En sus catorce participaciones en la arena parisina, el manacorí lleva 86 victorias por dos derrotas. Un dominio que, pese a las reticencias del público francés, finalmente se ha convertido en una capitulación en toda regla ejemplificada con la entrega de la réplica de la Copa de los Mosqueteros y la promesa de una estatua en Roland Garros. Nadal ha conseguido que los franceses por fin le amen. A cambio les devolvió elogios en francés.

La pista central de Roland Garros homenajeó a Nadal tras su décimo Roland Garros.

Tras la conquista de su undécimo título y su 17º Grand Slam a los 32 años, la duda ahora es si Nadal seguirá aumentando su leyenda en París y, más allá, si logrará igualar o superar los 20 Grand Slam de Roger Federer para poder ser considerado el mejor tenista de todos los tiempos. Con 17 hasta ahora y cinco años menos que el suizo, todo parece posible para el mayor competidor de su deporte y quizá de todos los deportes. Probablemente sean los dos mejores tenistas de la historia y el paso del tiempo hará que valoremos incluso todavía más lo logrado por Nadal, al haber coincidido en su carrera con dos de los mejores jugadores de todas las épocas, el suizo y el serbio Novak Djokovic.

No sabemos si Rafa Nadal apostó alguna vez que sería capaz de ganar Roland Garros once veces. Si lo hubiera hecho seguro que nadie le hubiera creído, como al personaje interpretado por Paul Newman cuando prometió comerse 50 huevos duros de una tacada en «La Leyenda del Indomable». Pero hay gente muy tozuda y que casi siempre es capaz de salirse con la suya. Rafa Nadal es uno de ellos.

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