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Por Luis Murillo Arias (@lmurilloarias)

Comienza un nuevo campeonato del Mundo de Fórmula 1 en Australia con la incógnita de si Ferrari podrá recuperar el trono perdido hace ya unos años ante Red Bull. Si la escudería más laureada y que tiene al, según muchos, mejor piloto vuelve a quedarse en 2013 sin títulos probablamente haya cambios estructurales en la marca italiana de cara al próximo año. Al acecho estarán también Lotus, Mercedes o Mclaren. Pero lo que nos ocupa es el poder creciente del idioma español dentro del paddock. No es gracias a ‘Los Serrano’, como sucede en Finlandia, donde Resines y compañía han conseguido acrecentar el interés por aprender nuestro idioma. Tampoco es debido a la expansión del Real Madrid, ni al gracejo de Bisbal. Ni siquiera por culpa de la pareja española más internacional, Javier Bardem y Penélope Cruz. En realidad es porque en un deporte que tradicionalmente era ajeno a nuestro idioma, más tendente al alemán, el inglés o el italiano, hay cuatro pilotos que hablan castellano, desde Fernándisimo a nuevas promesas del automovilismo mexicano. Y lástima que este año se hayan quedado fuera Jaime Alguersuari o Pedro Martínez de la Rosa, que ahora se afana en Ferrari en ayudar a llegar a Fernando a lo más alto. Antes hubo algunas excepciones como las del argentino Juan Manuel Fangio, cinco veces campeón mundial y que se retiró con 47 años, o el colombiano Juan Pablo Montoya.

Fernando Alonso

Empecemos por el asturiano, campeón del mundo con Renault en 2005 y 2006. La mayoría de los pilotos coinciden en que se trata del mejor, pero que en los últimos años, sea en una escudería o en otra, no ha dispuesto de un monoplaza a su altura. Por eso, que el mejor piloto esté en la marca más importante y, después de tres años, no haya logrado el campeonato, es algo que muchos no aciertan a comprender. Otros le envidian más que porque sea el mejor y porque corra en Ferrari, porque tiene un verdadera mujer de gama en la alta esperándole en casa: Dasha Kapustina, una modelo rusa de 23 años. Cada vez que sea pasea por el paddock, más de un mecánico le da un codazo a su compañero.

Pero volvamos a Fernando. Es el primer año desde que llegó a Ferrari que no se queja del coche y admite que está muy contento con cómo ha ido respondiendo. Se acabaron las excusas entonces. Vettel debería estar temblando. Alonso quiere igualar a su ídolo Ayrton Senna y conventirse en tricampeón mundial, algo que estuvo a punto de conseguir en 2010 y 2012, años en los que se tuvo que conformar con el subcampeonato. Logre o no logre el tercer título, lo que sí tiene en su orgullo el piloto español es haber conseguido que en su país la Fórmula 1 se convierta en un deporte de masas y haya casi 5 millones de expertos cada domingo con gran premio siguiendo las carreras, según los datos de las audiencias. Es el único deporte que, ahora mismo, le puede hacer frente al fútbol.

Pastor Maldonado

El venezolano más internacional después de su padrino, el malogrado Hugo Chávez, ha de afrontar este año, en su tercera temporada en la máxima categoría del automovilismo, su primer Mundial tras la muerte del presidente. El pasado año, en el Gran Premio de España disputado en Barcelona, consiguió su primera victoria a los mandos de su Williams y fue entonces cuando Venezuela enloqueció. «¿Piloto de pago? Tengo la suerte de tener un buen sponsor, pero sobre todo la de tener todo un país detrás», dijo Pastor cuando, antes de la carrera, había conseguido la pole. Realmente, Pastor fue el único en poner de acuerdo a todo un país, ya que los más fervientes antichavistas unieron sus fuerzas con los partidarios del dirigente populista. Incluso aquellos que denunciaron el contrato de Petróleos de Venezuela con Williams, querido por el propio Chávez, se felicitaron por la gesta. Con la vuelta del Mundial y del piloto venezolano a los circuitos, muchos pasarán mejor el duelo por la muerte del líder bolivariano.

Pastor Maldonado es el orgullo de todo un país.

Sergio ‘Checo’ Pérez

El piloto mexicano, que ha fichado esta temporada por Mclaren para cubrir el puesto de un grande como es Lewis Hamilton, emigrado a Mercedes, se enfrenta al Mundial por primera a los mandos de un coche que aspira a todo. De hecho, él lo tiene claro: «Cuando uno llega a esta escudería debe saber que el objetivo es ser campeón del mundo». Tiene sólo 23 años, pero grandes aspiraciones. Sus dos años en Sauber llamaron la atención de los directivos de Mclaren, que vieron en él una serie de características atractivas. Explicaron que en sólo dos años, Sergio había causado «una increíble impresión en la Fórmula 1» consiguiendo «impresionantes podios» contra los mejores mientras se había mostrado con «considerable madurez y mostrando su potencial habilidad de convertirse en una de las mayores estrellas del motor». Así pues, aparentemente lo que tiene Sergio es un futuro formidable. Compartirá equipo con Jason Button que, a priori, es el primer piloto de McClaren, dada su dilatada experiencia. Recordemos que fue campeón del mundo en 2009. Si Alonso constituye el presente, Sergio garantiza que en el futuro el idioma español seguirá siendo importante en las parrillas.

Esteban Gutiérrez y Sergio ‘Checo’ Pérez, amigos desde la infancia.

Esteban Gutiérrez

También mexicano, sutituye a su compatriota Sergio Pérez en la escudería Sauber. De hecho, durante los pasados dos años fue piloto de pruebas en esta marca. Este joven de Monterrey de 21 años forma parte de la nueva hornada de pilotos hispanos apadrinados bajo el manto económico de Carlos Slim y Telmex. De hecho, las carreras de ambos pilotos han ido bastante en paralelo, estando siempre Sergio algo por delante. Pese a todo, Esteban ha sabido aprovechar sus oportunidades y, cuando el pasado año estuvo a punto de debutar en la Fórmula 1 debido a la lesión del ‘Checo’, y Sauber decidió llamar a Pedro Martínez de la Rosa, no se vino abajo. Sabía que su momento iba a llegar sí o sí y va a ser este fin de semana en Australia.

Lo que está claro es que, sea Chávez, sea Slim o sea Botín, estos pilotos hispanos necesitan un colchón financiero detrás, pero sus hazañas no sólo serán en representación de los poderosos, ni siquiera de sus países individualmente, sino que lo harán por el poder del idioma castellano y por esos millones de hispanoparlantes que cada domingo se sientan en el sofá de sus casas a discutir sobre si tal o cual piloto tenía que haber entrado antes o después en boxes y haber elegido ruedas de lluvia o de seco.

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