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Por Daniel Riobóo Buezo 

Al fútbol le falta hasta ahora una obra maestra en el cine, una película que esté a la altura de las pasiones que el deporte rey es capaz de generar en todo el mundo. “La Gran familia española”, la última obra de Daniel Sánchez Arévalo quizá tampoco lo sea pero sí es una historia fresca, divertida, conmovedora y en definitiva muy recomendable. En parte porque nos recuerda uno de los momentos cumbre del deporte español, la noche del 11 de julio de 2010 en la que Andrés Iniesta convirtió por fin nuestros sueños en realidad mientras llorábamos frente al televisor o algunos afortunados nos abrazábamos en el frío Johannesburgo. En aquel momento, después de una espera que creíamos eterna, por fin el fútbol brindaba a España la oportunidad de acceder al trono futbolístico mundial, el orgasmo soñado tras tantos años de gatillazos.

Y es que la acción de «La Gran familia española» transcurre durante unas horas, las de antes, durante y después de una boda que casualmente coincide con la final del mundial de fútbol de Sudáfrica. Durante aquella inolvidable jornada, una familia disfuncional con cinco hermanos con nombres de resonancias bíblicas Adán, Benjamín, Caleb, Daniel y Efraín (homenaje cinéfilo a «Siete novias para siete hermanos») se va a enfrentar a un momento decisivo en sus vidas: la boda del más joven, fruto de una promesa infantil y que los reúne cara a cara frente a sus secretos, sus dudas existenciales, sus miedos…Juntos para cumplir el sueño del padre, un deseo que por momentos puede truncarse…Y hasta aquí podemos contar. El cuarto largo de Daniel Sánchez Arévalo tras “Azuloscurocasinegro”, “Gordos” y “Primos” repite algunas constantes de su cine como la mezcla de comedia y drama, los diálogos frescos y creíbles y algunas caras habituales en sus películas. Así, vuelven a bordar sus papeles Antonio de la Torre y Quim Gutiérrez (también Raúl Arévalo en un breve cameo al más puro estilo de «El guateque») mientras el director adopta en esta ocasión para su familia española a unos convincentes Verónica Echegui o Roberto Álamo. Además se rodea de brillantes fichajes a seguir como Miquel Fernández y los jóvenes Patrick Criado, Arancha Martí y Sandra Martín en una cinta que será una de las más taquilleras de la temporada de otoño y aspira a representar a España en los próximos Óscar.

No es la primera vez que Daniel Sánchez-Arévalo trata el fútbol, aunque anteriormente lo había hecho en un corto sin mayores pretensiones. En esta ocasión, la final del mundial de 2010, aparece como el telón de fondo que contextualiza una historia, como ya ha ocurrido antes en el cine en algunas películas notables, comedias que no se ocupan expresamente del fútbol pero que sí lo utilizan como hilo conductor de la historia para mezclarlo con los problemas emocionales de sus personajes y juntar así a ganadores y perdedores en un partido dramático a la vez que cómico, en estos casos una fórmula ganadora.

Las comedias dramáticas con el fútbol como argumento

Y es que el fútbol nos ha dejado, si no aún una obra maestra absoluta, sí grandes películas como «Evasión o Victoria» si bien la película de John Houston es un drama carcelario y épico en toda regla. Pero en los últimos años se han rodado brillantes comedias dramáticas con el fútbol como argumento. Empezamos nuestro repaso con «Fuera de Juego» (David Evans, 1997),  la adaptación a la pantalla de la magnífica novela autobiográfica de Nick Hornby  «Fiebre en las gradas» (guionista también de la cinta). Se trata de una original comedia romántica sobre un triángulo amoroso de lo más curioso, el formado por un chico, una chica y un equipo de fútbol. En ella, un apasionado sufridor de un entonces mediocre Arsenal se enamora locamente de una enemiga acérrima del fútbol, algo que generará sentimientos encontrados. Una historia no tan alejada de la vida misma de tantos aficionados a los que su pasión obsesiva puede crear serios problemas para conseguir que su pareja comprenda que  en ocasiones tiene que compartirlo con su otro amor, el de sus colores deportivos, una razón de ser y de vivir que puede dar lugar a diferentes conflictos.

De Inglaterra también llegó «Quiero ser como Beckham» (2002), una historia de la directora británica Gurinder Chadha que pone frente a frente el deseo por jugar al fútbol de una chica de origen indio (Parminder Nagra) y a sus conservadores padres que lo ven como algo totalmente fuera de lugar. Por añadidura, la chica, y también su mejor amiga (Keira Knightley), se enamoran del hombre equivocado para su familia, su entrenador, interpretado por el rompecorazones irlandés Jonathan Rhys-Meyers. Es una pequeña película que trata las expectativas familiares y culturales hacia la mujer  con emoción y humor y consigue transmitir un mensaje de tolerancia. Una pequeña joya a la que, tras su estreno en 2002, el boca a boca convirtió en la comedia más taquillera de la historia del cine británico hasta ese momento.

Antes de «La gran familia española», el fútbol ya había servido de inspiración en España a una comedia con un gran éxito comercial. «Días de fútbol» (2003) supuso el bautizo en la dirección de David Serrano y trata la historia de un grupo de treintañeros a los que la vida no les va precisamente como habían pensado y que, como posible solución para empezar a cambiarla, no se les ocurre nada mejor que volver a montar el equipo que tenían en su juventud para intentar sentirse ganadores, aunque sea de un simple trofeo de fútbol 7. La historia es muy ocurrente aunque también agria por momentos y de nuevo toca un tema, el de los perdedores que quieren ser ganadores, muy presente, tanto en el fútbol como en el cine y, al fin y al cabo, en la propia vida. La película tuvo un gran éxito de taquilla y lanzó al estrellato, Goya incluido, a Fernando Tejero que dos años después repetiría protagonismo (en este caso absoluto) en otra película con el deporte rey como hilo conductor, «El penalti más largo del mundo» (Roberto Santiago, 2005), una comedia costumbrista que adapta un relato del escritor argentino Osvaldo Soriano y que en este caso no gozó de tanto favor de crítica y público.

Mientras, desde México nos llegó en 2009 «Rudo y Cursi», la primera cinta dirigida por Carlos Cuarón, el guionista de «Y tu mamá también», la película que lanzó al estrellato a Gael García Bernal y Diego Luna. En la obra, Beto y Toto son dos hermanos que sueñan con escapar de la pobreza convirtiéndose en futbolistas profesionales. Dos caracteres totalmente diferentes e incompatibles ya que uno es Rudo, un machote en toda regla, y el otro Cursi, un guaperas algo ñoño y con vocación de cantante de norteñas. La historia nos muestra la rivalidad fraternal en un mundo tan competitivo como el del fútbol profesional y también aborda los entresijos de la fama dejando claro que la gloria, en el fútbol, puede tener un precio alto, el de perder la cabeza cuando se alcanza cierto estatus. Ha sido una de las películas más taquilleras del cine mexicano reciente y de nuevo mezcla muy acertadamente comedia y drama.

-El colmo de un deporadicto

-Cinefilias deportivas: Daniel Sánchez Arévalo

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