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Por Aitor Alegría Alonso

No, que sepamos nadie ha subido el Everest en bicicleta. Nos referimos al famoso Everesting Challenge, uno de los desafíos extremos de moda entre los ciclistas amateur. Consiste en acumular, en una sola sesión, durante un día, el equivalente en desnivel positivo del monte Everest: 8.848 metros. Vale cualquier puerto, cuesta o similar, la elección es libre. Si tomamos como referencia el madrileño puerto de la Morcuera, subido recientemente en la Vuelta 2019, implicaría subirlo (y bajarlo) 15 veces para totalizar el reto. Y, por supuesto, hay que grabar el recorrido en un GPS y publicarlo en la red social Strava donde millones de deportistas cuelgan sus hazañas deportivas diarias.

¿Subir el Everest en bici de montaña? Mejor con la de carretera (Foto: Alberto Casas).

Para cada deportista, un reto

Este quizás sea uno de los retos más extremos, pero abundan otros entre los deportistas amateurs, especialmente aquellos que ya han cumplido cierta edad.

Maratones, ultramaratones de montaña, rutas de gran fondo tanto en bicicleta de carretera como de montaña, ironman…Todos conforman una larga lista de desafíos que se auto impone un cada vez más nutrido grupo de deportistas aficionados. Entre los más deseados, los maratones de Nueva York o Tokio, el ironman de Hawai o Lanzarote o la ruta cicloturista Quebrantahuesos.

La ruta cicloturista Quebrantahuesos es una prueba clásica del calendario aficionado español (Foto: wikipedia).

Las causas de la fiebre por el ultrafondo

Parece que existe una fiebre por el deporte de fondo a partir de cierta edad, especialmente a partir de los treinta y tantos, muchas veces con el loable objetivo de estar en forma y divertirse, pero otras muchas con objetivos, entrenamientos, dedicación horaria y económica, equipación, nutrición y asesoramiento dignos de un profesional.

Las redes sociales como Strava, la competitividad del nuevo siglo o un alargamiento de la juventud en las sociedades avanzadas son algunas de las causas. Otra, indudablemente, es internet, que ha puesto al alcance de cualquiera con un ordenador o teléfono móvil y una conexión una ingente cantidad información antes más difícil de conseguir: métodos de entrenamiento y de nutrición para profesionales, foros donde compartir conocimientos (o desconocimientos), tiendas en línea donde comprar equipo que antes era imposible encontrar y, en el peor de los casos, para intercambiar métodos menos lícitos.

Las carreras de Ultradistancia son aquellas superiores a la distancia del maratón (Foto: Alberto Barrantes).

¿Evasión o victoria?

Otra causa, quizás cómica pero puesta a debate es el incremento en nuestra sociedad de la igualdad hombre-mujer que implica al hombre en mayor número de labores domésticas y de crianza que en generaciones pretéritas. Suena a chiste, pero podría ser real: donde antiguamente el hombre evadía sus responsabilidades “bajándose al bar”, ahora ha sido sustituido por la práctica de deportes, algo mejor visto socialmente. Normalmente deportes de baja actividad, como el pádel, pero también se dan casos de hombretones que a sus treintaytantos o cuarenta comienzan a hacer deporte de gran fondo sin haber practicado deporte con anterioridad. Seguro que todos conocéis algún caso cercano. También hay mujeres, por supuesto, que aprovechan el deporte como excusa del escaqueo de las labores domésticas.

Así quien empezó corriendo una San Silvestre una Nochevieja, o comprándose una bici del Decathlon puede perfectamente acabar, en tres años, corriendo maratones o queriendo hacer sub7 en la Quebrantahuesos. Y es que algunos (y algunas) se lo toman muy en serio, hasta tal punto que hay carreras ciclistas en las que los Máster 40 hacen mejores puestos que corredores Élite o sub 23.

El triatlón es uno de los deportes con más predicamento en el mundo amateur (Foto: Víctor Fernández-Peñaranda).

La tentación de mejorar el rendimiento ilegalmente

Y lamentablemente, porque el ser humano es así, alguno lo lleva más lejos aún y, cegado por la ambición, recurre al uso de sustancias dopantes. En los años noventa y dos mil eran conocidos los casos de fisioculturistas aficionados o semiprofesionales que recurrían a los anabolizantes para complementar el gimnasio. Pero ahora parece que el dopaje ha llegado al deporte de fondo aficionado. Paradigmático es el caso de Raúl Portillo, ciclista español campeón del mundo en su categoría de ciclismo de fondo y contra el crono en 2018 y recientemente sancionado por dopaje por su federación.

Sea como fuere, parece que el deporte de ultrafondo en la edad madura ha llegado para quedarse. Los tiempos y la sociedad han cambiado y tenemos otras prioridades y además, parafraseando a Novedades Carminha queremos una juventud infinita. Ahora los cuarentones y los cincuentones son cuarentañeros y cincuentañeros. Si a algunos les da por salir de juerga como si tuviesen veinte años o pasarse el verano de festival en festival, a cada vez más gente le da por apuntarse a retos deportivos, competitivos o no. Desde aquí no podemos desalentar practicar deporte, a la edad que sea, sino lo contrario, queremos alentarlo pero con moderación y cabeza. Y es que, como cantaba Serrat, hace 20 años que tenemos 20 años.

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