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Por Luis Murillo Arias (@lmurilloarias)

En un intento por abrir nuevos mercados para el baloncesto europeo, la organización de la Euroliga designó el O2 de Londres como sede para la Final Four de este año 2013 y del próximo, 2014 aunque finalmente (y afortunadamente) Londres ha renunciado y la Euroliga deberá elegir una nueva sede para 2014. Este pabellón venía de albergar el pasado año la competición de baloncesto de los Juegos Olímpicos de Londres, donde se vivió uno de los mejores partidos de la historia de los Juegos Olímpicos, la final entre España y Estados Unidos. Una vez que han pasado unos días desde el evento, que, como ya todos sabemos, encumbró como campeón a Olympiakos, que venció en la final al Real Madrid con una portentosa actuación de Vassilis Spanoulis, queremos hacer un análisis de lo que fue la organización en sí, sobre todo en lo referente al reparto de entradas, un auténtico galimatías como váis a leer a continuación.

Ricky Rubio fue una de las estrellas invitadas para promocionar el evento.
Ricky Rubio fue una de las estrellas invitadas para promocionar el evento.

En un principio, la Euroliga puso a la venta abonos para toda la Final Four por 160, 295, 395 y 495 euros. Los de 160 volaron enseguida, pero los tramos más caros fueron más difíciles de vender. De hecho, a última hora, y sabiendo que los aficionados griegos podían acudir en masa a ver a su equipo, el Olympiakos, la Euroliga les cedió sólo a ellos entradas caras por bastante debajo de su precio de salida. Esto provocó que, sentados uno al lado de otro, hubiera gente que habría pagado por su abono 160 euros y 495, respectivamente. Unos aficionados griegos nos comentaron que era «una vergüenza», que «nunca antes en una Final Four había habido tantas entradas sobrante. Normalmente es difícil conseguirlas a última hora».

Aficionados se hacen fotos con Christian Karembeau mientras están a la caza de entradas baratas.
Aficionados se hacen fotos con Christian Karembeu mientras están a la caza de entradas baratas.

La falta de demanda se debe a varios motivos. Por un lado, la ciudad elegida para la organización, una de las más caras de Europa y en la que apenas hay afición al baloncesto, un deporte menor en el Reino Unido, muy por debajo de otros como el fútbol o el rugby. Por otro, la situación económica que atraviesan países como España y Grecia, que aportaban tres de los cuatro equipos de la Final Four. Unido todo, el hecho de que fuera en una ciudad como Londres, que exigía altos gastos de alojamiento y comidas durante los tres días que duraba la Final Four, y las famélicas economías de los países del sur de Europa, el resultado fue que la gente o no podía ir, o si iba era totalmente ‘low cost’. Además, para rematar la faena, durante el mismo fin de semana, Londres acogía la final de la Copa inglesa en la que el Wigan ha hecho historia con lo que los precios de los hoteles estaban por las nubes.

Esta situación, por supuesto, revolucionó el mercado de la reventa, normalmente un polvorín, en el que los precios de las entradas suben a medida que se acerca el comienzo de los partidos pero que, en esta ocasión, hizo bajar las tarifas de manera inusitada. Lo que viene siendo la ley de la oferta y la demanda. Unas jugadoras de baloncesto españolas que juegan en Reino Unido nos contaron que la Federación Inglesa había vendido entradas de las de 295 euros a 10 libras. En media hora, esos abonos volaron. Esto provocó que se pudiera ver a jugadores y jugadoras de baloncesto británico vendiendo entradas en la reventa y rebajando notablemente los precios: las de 395 euros a 60 libras en la final. Y no sólamente eso, sino que el sistema de distribución de los abonos de la Euroliga era online y los aficionados tenían que imprimir en casa sus entradas. Algunos avispados decidieron hacer fotocopias y venderlas a precios baratos, 40 libras por día y varios incautos aficionados picaron y se quedaron sin poder entrar.

El equipo juvenil del Jouventut, campeón de la Euroliga junior, también posó para los cazadores de entradas.
El equipo del Joventut, campeón de la Euroliga junior, también posó para los cazadores de entradas.

Ya dentro del pabellón, se dio el caso curioso de que algunos de esos aficionados que consiguieron entrar al O2 con entradas a 60 libras en la final, finalmente se colaran en la zona de las entradas más caras, pudiendo ver el partido al lado de Sabonis, Herreros, Granero, Garbajosa, Félix Mantilla, Christian Karembeu, Pires y otros ex jugadores y deportistas de otras disciplinas que acudieron invitados como VIP al evento. Y los que lo consiguieron en la jornada de las semifinales, pudieron departir con Epi, Dueñas o Ricky Rubio, por ejemplo. Toda una un tentación para un deporadicto.

Cómo ver una final donde la ven los VIP por cinco veces menos dinero.
Cómo ver una final donde la ven los VIP por cinco veces menos dinero.

En cualquier caso, el ambiente en la final fue excepcional, con cuatro veces más griegos que españoles que no pararon de animar en todo momento. El inicio avasallador del Real Madrid, que adquirió una ventaja en el primer cuarto de 17 puntos, no pudo ser mantenido. Poco a poco, el Olympiakos fue rebajando la diferencia y se puso por delante para acabar ganando por 12 puntos. Los jugadores del Real Madrid, especialmente Rudy Fernández, se preocuparon más por protestar a los árbitros que por intentar remontar. Ello provocó la indignación de algunos aficionados griegos, que ya en los alrededores del pabellón, nos dijeron: «Si queréis ganar algo tenéis que despedir a Mourinho y a Rudy. Sos dos malas personas». Ahí queda eso. Habían ganado, habían visto la final por cuatro perras en el mejor sitio del pabellón y todavía les quedaba tiempo para pensar en Mourinho.

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