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Por Luis Murillo Arias (@lmurilloarias)

Perder un trabajo por tus ideas políticas es algo que indiscutiblemente nos remite a épocas lejanas de regímenes autoritarios. La reciente no contratación de Salva Ballesta como segundo entrenador del Celta de Vigo debido a sus intermitentes manifestaciones ideológicas en medios de comunicación ha vuelto a traer a la palestra el eterno debate sobre si los futbolistas deben o no expresar su tendencias políticas. A menudo se les critica por su falta de intelectualidad, no sólo por si no leen libros o no ven cine de autor, sino también porque no opinan sobre temas que conciernen a la política, sean las ideas que sean. Todo lo contrario que los actores que se manifiestan con mucha conciencia social, para algunos incluso excesiva. Esta falta de compromiso se debe a diferentes motivos. Algunos viven totalmente ajenos a la realidad encerrados en la burbuja del fútbol. Otros, aunque las tengan, prefieren guardar silencio por no ponerse en contra a parte de los aficionados o simplemente por mantenerlo en el ámbito de lo privado. Pero hay algunos, los menos, que no tienen miedo a expresarse en términos políticos. De ésos, empezando por el propio Salva Ballesta, nos vamos a ocupar en este texto.

El ex futbolista sevillano, que militó en equipos como el Sevilla, el Racing, el Atlético de Madrid, el Valencia o el Málaga, ha sido siempre icono del españolismo. Hijo de militar, siempre ha manifestado que, de no ser futbolista, habría ido directamente a las listas del ejército. Goleador como era, cada vez que hacía una diana lo celebraba con gestos marciales. Famoso fue su episodio con Oleguer Presas, del que dijo que le tenía «más respeto a una caca de perro». Después de lo acontecido con el Celta de Vigo, el ex jugador ha manifestado: «No tengo ideas políticas fijas. Me siento español y moriré siendo español». En tiempos también afirmó que estaría dispuesto a ir a la guerra de Irak por defender a su país.

Diametralmente opuesto a estas ideas se encuentra el ex futbolista de Barcelona y Ajax de Amsterdam Oleger Presas, que siempre ha manifestado su compromiso independentista, lo que sin duda enervaba a Salva. Pero sus manifestaciones no sólo estaban relacionados con el deseo de que Cataluña sea un estado, sino que también están orientadas a la izquierda. De hecho, no acudió a ‘La Diada’ del pasado 11S porque sentía que era como un gesto de apoyo a CiU, un partido que nunca antes había abogado tanto por la autodeterminación. Así, en las pasadas elecciones catalanas se presentó en las listas de CUP, una formación independentista de izquierdas que fue la gran revelación en las votaciones. Algunos le conocían bajo el apelativo de «el futbolista antisistema». Acudió a una concentración de la selección española de fútbol para decirle al entonces seleccionador, Luis Aragonés, que no quería que le volviera a llamar. Apoyando el independentismo catalán también se pudo ver el pasado 11S a Pep Guardiola, que hizo un paréntesis en su retiro neoyorquino, aunque éste sí defendió en tiempos pasados con uñas y dientes los colores de la Roja.

Las dos Italias en un mismo campo de fútbol

Fuera de España, cojamos un vuelo chárter para volar a la península itálica y encontrarnos allí con nuevos jugadores activistas y enfrentados. De un lado, Cristiano Lucarelli, ex delantero del Valencia, entre otros, al que se le conocía como «el goleador comunista». Todo empezó en un partido que jugó con la selección italiana sub-21 en el que, tras marcar un gol, se levantó la camiseta, llevando debajo a una foto del Ché Guevara, y acompañando la celebración con un levantamiento del puño. El acto le causó varios problemas con la Federación Italiana, pero desde entonces celebró cada uno de los tantos que anotó con la liturgia del puño en alto. Sus simpatías por el partido comunista le vienen por los genes, pues su padre era afiliado a esta formación política.

Lucarell celebrando un tanto con el puño en alto.

Si Lucarelli celebraba los goles con el puño en alto, Paolo di Canio, ex jugador del Lazio se dirigía hacia los aficionados radicales laciales con el saludo fascista. Por si eso fuera poco, el ex fubolista romano lleva tatuado en el brazo la palabra ‘Dux’. Muchos opinan que se refiere al apelativo de Benito Mussolini, el ‘Duce’. Estos gestos le ocasionaron no pocos problemas con el Comité de Disciplina del fútbol italiano. En una ocasión manifestó: «Soy fascista, pero no racista. Mis gestos sólo persiguen saludar a los que comparten mis ideas, no provocar violencia». Su ideología política provocó que estuviera a punto de protagonizar un episodio como el que le ha ocurrido a Salva Ballesta. Cuando iba a fichar como entrenador del Swindon Town, de la League Two, la operación estuvo a punto de venirse abajo por sus simpatías con el ultraderechismo. Aquello provocó la ruptura del club con su patrocinador, la empresa GMB Union, que siempre se había caracterizado por apoyar campañas anti-fascistas.

Di Canio no se cortaba en demostrar sus simpatías con el fascismo.

De ideología similar a la de Di Canio es el actual jugador de la Fiorentina Alberto Aquilani, que ha declarado que tiene en su casa un retrato de Benito Mussolini colgado de una de las paredes. Christian Abiatti, ex meta del Atlético de Madrid y actual portero del Milan, declaró en su momento sus simpatías por la ultraderecha: «Basta de considerar al fascismo como un asunto tabú, reniego de las leyes raciales, la alianza con Hitler y la entrada en la Segunda Guerra Mundial, pero me gusta la capacidad que tenía el fascismo de asegurar el orden. Hago míos ciertos valores: patria, orden social y respeto a la religión católica». Además, el portero de la Juve, Gianluigi Buffon, fue protagonista de una polémica cuando en 1999 celebró un gol con el Parma con una camiseta en la que se leía ‘Boia chi molla’ (‘Verdugo quien se rinde’), una de ideología fascista. Un año más tarde, Buffon eligió el número 88 para llevar en la camiseta, que para los nazis simbolizaba la frase ‘Heil Hitler’.

‘Activistas’ al otro lado del charco

En otro orden, el futbolista chileno Carlos Caszely. Este delantero se enfrentó al régimen autoritario de Augusto Pinochet. Quizá su carácter rebelde y valiente fuera heredado de su ascendencia húngara, pues algo parecido hicieron jugadores como Kubala, Kocsis o Zoltan Czibor. Las ideas de izquierdas de Caszely le causaron no pocos problemas con el régimen. Por ejemplo, cuando estaba a punto de acudir a un partido con su selección en Alemania, su madre fue secuestrada. Los responsables eran las fuerzas de seguridad del país. Aunque su gesto más recordado fue cuando se negó a saludar a Pinochet en la recepción previa a la Copa del Mundo. Aquello provocó que nunca le volvieran a convocar para la selección. En 1989, Carlos celebró como si de un triunfo futbolístico se tratara el plebiscito que apartó del poder de Chile a Pinochet.

Si atravesamos los Andes de Chile a Argentina nos encontramos con la cuna de unos de los mejores futbolistas de todos los tiempos, Diego Armando Maradona. Y uno de los más controvertidos también. De todos es sabida su predilección por la revolución cubana, sobre todo desde que pasó unos años allí desintoxicándose de su adicción a las drogas. Es amigo personal de Fidel Castro, tanto que lleva tatuado su rostro en su pierna derecha. En el hombro, además, lleva otro tauaje con la cara del Ché Guevara. No sólo se ha mostrado castrista, sino que también tiene simpatía por Hugo Chaves. En una ocasión incluso llegó a declarar que debería tatuarse algo de este dirigente venezolano. No sabemos si se está planteado también poner sobre su cuerpo los rostros de Correa y Evo Morales.

Y si cruzamos la frontera argentina y llegamos a Brasil, habrá muchos que nos hablen de Sócrates. No sólo como un excelso volante capitán de la Canarinha en los mundiales de España 82 y México 86, sino también como un hombre culto, universitario y con perfil político, a quien apodaban ‘El Filósofo’. Creó un movimiento llamado ‘Democracia Corinthians’, por el club en el que jugaba. Consistía en reclamar más poder de los futbolistas en las decisiones que les concernían siguiendo un sistema de votaciones asambleario. Hacer este tipo de apoyos a comportamientos democráticos era un riesgo en los años 80, pues Brasil estaba bajo una dictadura militar. En una ocasión convenció a sus compañeros de equipo para salir al campo con camisetas en cuyas espaldas se podía leer la palabra «democracia».

El ‘palestino’ Kanoute y el ‘antisistema’ Cantoná

Uno de los jugadores que más han mostrado su apoyo a la causa palestina ha sido el ex del Sevilla Frederic Kanouté. Hace unos meses inició un movimiento de boicot al campeonato europeo Sub’21 que se va a disputar el próximo mes de junio en Israel. Lanzó un comunicado en su web personal protestando por unos ataques del ejercito israelí sobre ciudades palestinas. En él se podía leer lo siguiente: «Es inaceptable que se asesine a chicos mientras juegan al fútbol. Que Israel albergue un Europeo de la UEFA en estas circunstancias será considerado como una recompensa por valores contrarios a los valores deportivos. Nosotros expresamos nuestra solidaridad con el pueblo de Gaza». En otra ocasión, el malí, todavía con la gamarra sevillista, marcó un gol al Deportivo de la Coruña y en la celebración mostró una camiseta en la que se podía leer Palestina en diversos idiomas.

Hace poco más de dos años, el controvertido jugador francés Eric Cantoná, ex del Manchester United, intentó convertirse en el terror de los bancos. Lanzó en internet un video titulado ‘Matemos a los bancos’ con el que pretendía que la gente retirara sus fondos de las entidades bancarias para luchar contra el sistema. El delantero, tan presente en los estadios como fuera de ellos, fue famoso por propinarle una patada a un aficionado que estaba en la grada durante un partido de la Premiere.

No están todos los que son, pero son todos los que están. No olvidemos a varios jugadores de la Real Sociedad que prestaron su apoyo a movimientos a favor del acercamiento de los presos de ETA al País Vasco: Míkel Aranburu, Agirretxe, Míkel González, Labaka, Zubikarai, Bergara, Ansotegi y Zurutuza.

En este texto hemos tratado sólo el caso de los futbolistas, artículo propio se merecerían otros deportistas de otras disciplinas que también se han posicionado ideológicamente. Algunos incluso llegando a ostentar importantes cargos públicos representando a un partido político. Llegará su momento.

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