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Por Daniel Riobóo Buezo  y Marta Álvarez Lasuén 

Arganda del Rey es la capital del sureste madrileño, una localidad en la que los capitalinos difícilmente reparamos más allá de cuando pasamos en coche por la carretera de Valencia en dirección a los oasis mediterráneos que nos sirven de válvula de escape de la gran ciudad. Pero es una ciudad emergente, con más de 50 mil habitantes, y que presume de vinos con denominación de origen. También de deportistas, como el todavía plusmarquista español de salto de altura Arturo Ortíz o el exitoso portero de la selección española de fútbol sala, Luis Amado. Y es que Arganda es una localidad volcada con el deporte como demuestra la flamante y novísima ciudad deportiva Príncipe Felipe o la construcción en marcha de una pista de patinaje que se convertirá en la más grande de la región y que está situada en La Poveda.
Este barrio del norte de la ciudad también alberga a la Unión Deportiva La Poveda, un club de fútbol relativamente moderno y que nació en el mismo año en el que el metro llegó al barrio, allá por 1999. Lo curioso de esta institución es que se ha especializado en transmitir los valores del fútbol a los más pequeños volcándose en el fútbol base. En sus inicios tenía cuatro equipos de categorías benjamín y cadete pero actualmente ya acoge a 19 conjuntos. Su torneo de benjamines (niños de 8 y 9 años) está considerado uno de los mas destacados del calendario nacional y recientemente ha puesto en marcha una Escuela de Tecnificación donde cada domingo imparten clase algunos de los entrenadores de las canteras más prolíficas del fútbol español.
Isabel Martínez, la entrenadora «sargento»
Entre estos preparadores de cantera está nuestra primera protagonista, Isabel Martínez, una rara avis en el mundo del fútbol ya que entrena a chicos, un fenómeno poco frecuente en el deporte, desde las divisiones inferiores hasta el profesionalismo donde difícilmente podemos ver entrenadoras al mando de equipos masculinos, una cuestión que en esta publicación ya nos ha hecho reflexionar antes. Y es que el fútbol femenino hace no tanto sorprendía a muchos en nuestro país. «He vivido experiencias muy curiosas en muchos pueblos de España. En algunos lugares no estaban acostumbrados a ver fútbol femenino y se nos miraba como bichos raros. Superado ese primer impacto, el fútbol me ha permitido hacer amigas para toda la vida y  vivir con unos valores esenciales…he crecido como persona, como mujer y como deportista».
La vida de Isabel siempre ha estado ligada al fútbol y espera que así continúe.
La vida de Isabel siempre ha estado ligada al fútbol y espera seguir así muchos años.
Isabel es una apasionada del fútbol. Comenzó su afición siendo niña, desde el mismo colegio donde compartía su pasión con sus compañeros de clase en unos años en los que todavía la mujer no se había sumado masivamente al deporte rey. Sus hermanos también aportaron su granito de arena jugando con ella aunque «curiosamente ellos lo abandonaron y yo seguí profesionalizándome a los 18 años. Primero entré en el Villa Arganda y estuve allí jugando hasta los 25 años. Después empecé a jugar en El Canillas CF, pasé las pruebas y entré en el equipo nacional femenino donde jugué dos años. Luego lo hice otro par de temporadas en el A.D Villa Rosa y de ahí pasé al Arganda CF durante 3 años. Me quedé embarazada y dejé de jugar…»
Pero el mono de fútbol le hizo volver pronto a los campos  «Cuando nació mi hijo volví a incorporarme al Arganda donde he estado durante 10 años, hasta el año pasado, hasta los 39 años. En total, 20 años jugando al fútbol, pero siempre fútbol femenino». Ahora, con la madurez que le ha otorgado ser madre y experta en el deporte que tantas vivencias le ha regalado, nuestra primera protagonista trabaja como directiva y coordinadora de los entrenadores de la U.D. La Poveda, transmitiendo a los benjamines todos sus conocimientos.
Isabel se decantó por este club por razones de índole práctica «por cercanía y porque tengo a mi hijo entrenando aquí», por convencimiento propio «creo que las mujeres aportamos siempre cosas positivas y aquí hacía falta una mano femenina» y por la propia filosofía del un club que apuesta totalmente por el fútbol base. «Me gusta La Poveda. Desde hace tiempo se están transmitiendo unos valores importantísimos que aquí ponemos en práctica. Siempre hay cosas que mejorar pero tenemos unos entrenadores buenísimos, jóvenes que están creciendo con nosotros. Creo en este club y estoy segura de que tiene un gran presente y futuro por delante».
Isabel cree que la combinación del tacto femenino y la mano dura es positiva en la formación de futbolistas.
Isabel cree que la combinación del tacto femenino y la mano dura es positiva en la formación de futbolistas.
En ocasiones las mujeres aún son vistas en el fútbol como intrusas. En su caso no es así, Isabel no sufrió ningún tipo de tratamiento diferenciado por el hecho de su mujer. «La acogida fue muy buena, no he sentido ninguna diferencia de trato. Y es que yo también aporto la parte de madre porque aquí enseñamos a niños y los hombres no tienen ese tacto que tiene una mujer cuando es madre». Isabel aporta tacto pero también disciplina, una suerte de método del palo y la zanahoria. «Soy un poco sargento. Me gusta que las cosas se hagan bien y para aprender hay que tener disciplina por lo que soy mandona y gritona. En el fondo los padres de los niños pagan para aprender y tampoco podemos estar como si jugásemos en el parque». En cuanto a qué pretende transmitir, lo tiene meridianamente claro, «no hay que olvidar que es un deporte de competición y hay que competir, pero sanamente, siendo buenos compañeros y disfrutando de una pasión a la vez que hacen buenos amigos y aprenden el compañerismo. Mi ilusión es dejar una huella positiva en los niños y las niñas, porque aquí también hay niñas, ¿eh?».
Laura Tanarro, «la Vero Boquete» de La Poveda
Como indica Isabel, en La Poveda también hay niñas que desde bien pequeñas han sentido la llamada del fútbol y juegan de maravilla. Es es el caso de Laura Tanarro, pura convicción en sus posibilidades. A sus 12 años no tiene la más mínima duda de que su vida y su profesión serán el fútbol. Laura nació siendo futbolista. Cuando apenas andaba, su instinto ya le hacía chutar el balón en vez de cogerlo con las manos. «Yo toqué el balón antes con los pies que con las manos. Mi juego favorito era chutar. Los niños me trataban como a uno más y se olvidaban de que era niña cuando jugaban al fútbol conmigo». Su progresión desde entonces no ha cesado y, como aún no hay equipo de niñas, Laura juega con los niños en el equipo alevín de La Poveda. Y lo hace tan bien que ya forma parte de la selección madrileña sub 12, en este caso con chicas de su edad.
Al no haber equipo femenino, Laura Tanarro juega con chicos de su edad.
Al no haber equipo femenino, Laura Tanarro juega con chicos de su edad.
Laura tiene madera de futbolista y no le importa el dolor ni el cansancio. Llora de rabia cuando se lesiona por no salir al campo e incluso es capaz de jugar con dolores. “Cuando me lesioné el tobillo sabía que al correr me iba a doler pero no me importaba; me aguantaba porque me compensaba el placer de jugar”. Y es que siempre juega con el corazón. Un corazón que le saltó de alegría cuando supo que la selección madrileña la convocaba para su primer partido tras pasar las pruebas pertinentes. «Cuando me llamaron sentí muchísima emoción y en el primer partido me sentí muy bien, orgullosa de mi misma y muy segura. Es todo un reto para mí y creo que jugaré muchos más partidos con la selección».
Y es que, con tan sólo 12 años Laura se comporta casi como un profesional del balón. «A veces siento presión por hacerlo muy bien, pero al final me digo ‘hazlo como tú sabes’…y lo que mejor sé es tocar bien el balón, dar pases largos y, sobre todo, defender, defiendo muy bien». Su determinación es absoluta y tiene claro a dónde quiere llegar. «Quiero ser profesional, llegar a primera División. Voy a estudiar también, pero mi sueño y a lo que aspiro es a ser futbolista profesional. Me parece injusto que el fútbol masculino tenga más valor que el femenino. Pero yo voy a por todas y ese es el principal objetivo de mi vida».
Laura es todo un ejemplo de determinación y convicción en sus posibilidades.
Laura es todo un ejemplo de determinación y convicción en sus posibilidades.
No sabemos a ciencia cierta si Laura llegará algún día a ser profesional y a emular no a Messi, sino a Verónica Boquete, la mejor jugadora española aunque algo nos dice que lo va a lograr. Algo nos dice que Laura logrará todo lo que se proponga en la vida. Lo que sí tenemos ya claro es que, desde hace algunos años, el fútbol está cambiando y, como prueban nuestras dos protagonistas, la mujer reivindica una mayor presencia en el deporte rey.

-Historias de árbitros (I): El «boludo» de Lima

-Historias de árbitros (II): El niño de las mallas

-¿Por qué no hay más mujeres entrenadoras en el deporte profesional?

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