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Por Luis Murillo Arias (@lmurilloarias)

Viernes, 10 de la noche, invierno tardío en Majadahonda. Un grupo de jabatas, indumentaria, casco y stick en ristre, patinan por la pista de hielo de La Nevera. Mucho frío dentro a pie del hielo. Lluvia y bajas temperaturas también fuera del pabellón. Otras jóvenes estarían de copas, de botellón o en el facebook. Ellas juegan al hockey sobre hielo e invierten bastantes horas a la semana en su equipo, el SAD Majadahonda, que recientemente se ha procalamado campeón de la liga femenina y de la Copa de la Reina, al enfrentarse en ambas finales a las Panteras de Valladolid. Se da el curioso caso de que ambos clubes eran los únicos que competían en el campeonato de liga. Se llaman Ester, Irene, Sara, Laura, Luna, María… Tienen sus estudios, sus trabajos y pagan por jugar al hockey. Saben que nunca podrán convertirlo en un modo de vida, en un sustento económico, pero no les importa. Son chicas, son luchadoras y son apasionadas. Para ello, se entrenan en el mismo club que ha visto entrenarse durante años a Javier Fernández, reciente ganador de una medalla de bronce en el Mundial de Patinaje Artístico.

Las heroínas concentradas escuchando la charla del entrenador. (Foto: Víctor Fernández)
Las heroínas concentradas escuchando la charla del entrenador. (Foto: Víctor Fernández)

Una liga con pocos medios

Nos cuenta María Gurrea, la capitana y la más veterana, de 30 años, que normalmente en la Liga «son tres equipos, el Valladolid, el Logroño y nosotras, aunque este años hemos competido sólo con las Panteras». La verdad, aunque a María no le guste contarlo, es que las chicas del Logroño decidieron esta temporada competir en una Segunda Divsión porque perdían por abultados resultados ante los otros dos equipos. En la división inferior están presentes, aparte de los equipos B de Valladolid y Majadahonda, el Jaca, el Logroño, el Pamplona y, según el presidente del equipo que nos atañe, «se van a incoporar al año que viene algunos equipos vascos».

En tiempos de crisis económica, los primeros recortes llegan a los deportes más minoritarios y a los equipos más pobres. Según Pancho Bravo, el presidente del club, ellos «nunca han tenido dinero, por lo que tampoco hemos notado los recortes. Hay otros clubes que llegan a tener subvenciones de 200.000 euros. No es nuestro caso». Lo que sí han notado en el Palacio de Hielo de Majadahonda es que se han incrementado notablemente en los últimos años los precios de la gasolina y la electricidad, lo cual, lógicamente, ha aumentado sus gastos, pero ellos no lo han querido repercutir en las cuotas de las jugadoras «porque si no, no tendríamos deportistas». Las dificultades abundan también a la hora de conseguir espónsors: «Sólo podemos acceder a ellos a través de padres o familiares de jugadores. Por ejemplo, tenemos un patrocinador, Casesa, una empresa de seguridad, porque un padre hizo un trato con ellos y les interesaba. Son sólo 10.000 euros, una cuarta parte del presupuesto del equipo.

El hecho de haber ganado la Liga les da derecho a jugar la Copa de Europa el próximo mes de octubre. Primero tienen quen acabar las otras ligas y después se hará un sorteo para hacer mini torneos de cuatro equipos, siempre tendiendo a elegir a los equipos por cercanía geográfica. «Eso nos viene mal, dice Pancho, porque las francesas y las italianas tienen mucho nivel. Si nos tocara con las turcas, igual podríamos tener algunas opciones». Normalmente, esos mini torneos se suelen jugar en la localidad del equipo que piensa que va a pasar, porque organizarlo cuesta un dinero.

La portería es uno de los puestos con más riesgo físico en este deporte. (Foto: Víctor Fernández)
La portería es uno de los puestos con más riesgo físico en este deporte. (Foto: Víctor Fernández)

Sueños truncados de jugar en otras ligas más competitivas

El nivel del hockey sobre hielo femenino de España es muy inferior al de otros países donde este deporte tiene más importancia. María Gurrea es la única jugadora del club que ha tenido experiencias internacionales:  ha jugado un año en Suiza: «Yo estuve en un equipo de Segunda División para subir a primera. La experiencia fue muy buena. La Liga Suiza tenía tres divisiones y un nivelazo». En cualquier caso, apunta María, «es difícil vivir como profesional de esto en cualquier país. También estuve haciendo pruebas en Estados Unidos y allí jugadoras que han sido medallistas olímpicas tienen que pagar una cuota anual por jugar la Liga».

Si es difícil tener nivel para competir en otros países con más tradición de deportes de invierno, imaginad hacer algo con la selección. Del 1 al 7 de abril se disputará el Mundial de Segunda División en Puigcerdá, en el pirineo catalán. Gurrea, que también es internacional, es optimista: «Llevamos dos años compitiendo en el Mundial y siempre hemos estado a punto de subir. Siempre hemos estado disputándonos la plaza con Polonia. El año pasado subieron ellas y ahora que no están, no tenemos excusa para no ascender, y más jugando en casa».

El orgullo de pertenecer a un club. (Foto: Víctor Fernández)
El orgullo de pertenecer a un club. (Foto: Víctor Fernández)

El sacrificio del deportista anónimo

Las chicas del Majadahonda discrepan sobre si supone un verdadero sacrificio para ellas tomarse en serio el equipo. Entrenan entre dos y tres veces a la semana, aunque algunas de ellas también lo hacen con algunos de los equipos masculinos del Majadahonda. Según Pancho, el presi, el año que viene tendrán que entrenar más si quieren dar el nivel en Europa. Muchas admiten que para ellas es un placer. Luna Saiz, que es de las que vive en Madrid, lo ve de otra manera: «Yo vivo lejos y tardo dos horas en llegar al entrenamiento. Además, me quita mucho tiempo de los estudios y en ocasiones me levanto a las cuatro de la mañana cuando tengo exámenes». De salir mucho, claro, hay que olvidarse. Elena Álvarez afirma que lo más exigente son los viajes, lo cual hace que tengan muy pocos fines de semana libres: «La ciudad que más cerca está de las que jugamos son 5 o 6 horas en autobús. Para mí eso es lo duro».

Luna Saiz, concentrada en el entrenamiento. (Foto: Víctor Fernández)
Luna Sainz, concentrada en el entrenamiento. (Foto: Víctor Fernández)

¿Cómo llega una chica española a convetirse en jugadora de hockey femenino?

Los caminos son variados. Algunas, como el caso de Luna Saiz, por tradición familiar: «Mi padre y su hermano empezaron a jugar con 14 años. Cuando murió su padre, se volcaron aún más ya que lo tomaron como una salida a la tristeza. Mi padre llegó a ser internacional y a mi hermano y a mí nos lo inculcaron desde pequeñitos». La motivación de Elena Álvarez, por ejemplo, fue diferente: «Yo hacía patinaje artístico y luego me quedaba a ver los entrenamientos. Un día me dije: «¿Por qué no probar?».  Según la jugadora, «el hockey es un deporte muy dinámico, mucho más divertido que el fútbol, ya que constantemente pasan cosas». El entrenador, Óscar Vázquez, jugador del equipo masculino, apunta que «lo que está claro es que el que prueba, repite».

El hockey sobre hielo basa toda su plasticidad en los sticks. (Foto: Víctor Fernández)
El hockey sobre hielo basa toda su plasticidad en los sticks. (Foto: Víctor Fernández)

Casi acabada la temporada, ahora sólo queda preparar la próxima campaña. Serán nuevos viajes de fin de semana. Más gastos para el club y las jugadoras. Pero lo hacen con la ilusión de quien ama un deporte, de quien adora estar sobre el hielo, vestidas de guerreras. Por muy difícil que sea ser mujer en el deporte español, por mucho que el hockey sobre hielo sea un deporte que en España supone una pequeña mota de polvo al lado del mastodóntico fútbol, ellas seguirán luchando por hacer lo que más les gusta.

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