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Por Sergio Ariza Lázaro 

Cuando el 24 de enero de 1982 Joe Montana lideró el ataque de los San Francisco 49ers para conseguir su primera victoria en la Super Bowl XVI ante los Cincinnati Bengals, Tom Brady miraba fascinado su televisor a sus cuatro años y cuatro meses (es más, en el mítico partido en el que los 49ers se impusieron en el último minuto a los Cowboys de Dallas camino de la final, Brady estaba en las gradas), el mítico 16 de los 49ers tenía 25 años y 227 días, era un día mayor de lo que era Joe Namath el día que ganó su primera Super Bowl. La lógica decía que era imposible que Brady llegara un día a enfrentarse a Montana, y mucho menos en una final. No lo hicieron, Montana se retiró en 1994, a los 37 años de edad y Brady no comenzó a jugar en la NFL hasta el año 2000…

Bien, pues cuando el 3 de febrero de 2002 Tom Brady lideró a los New England Patriots a la victoria ante los St. Louis Rams en la Super Bowl XXXVI, Patrick Mahomes miraba embelesado su televisor con seis años y cuatro meses, mientras el 12 de los Patriots se alzaba con el MVP de la Final a sus 24 años y seis meses, superando el récord de Namath y Montana como el quarterback más joven de la historia en alzarse con una Super Bowl. La lógica indicaba que sería muy difícil ver el día en el que Mahomes se enfrentara a Brady pero ese día llegó y ahora, en un giro todavía más interesante, lo hace en la Super Bowl LV, con Mahomes habiendo batido el récord de Brady como el quarterback más joven en haber ganado la Super Bowl, siendo el actual campeón y MVP, tras haber alzado el trofeo el año anterior a los 24 años y 138 días. Y su favoritismo continúa vigente ya que, de acuerdo al portal Sports Betting Dime, las líneas de apuestas están favoreciendo al equipo de los Chiefs (-168) para ganar por segunda vez consecutiva el Super Bowl 55

No es ninguna tontería, Brady es el candidato unánime para ser considerado como el mejor de todos los tiempos, habiendo superado los 4 títulos de Montana, con seis trofeos (pueden ser 7 si gana este año) en 10 finales. Es más esas 10 finales hacen que Brady tenga más participaciones en la Super Bowl que todas las franquicias de la NFL menos los Patriots de New England, su ex equipo que suma 11 (9 con él en sus filas y dos anteriores en 1985 y 1996). Así que estamos hablando de la estrella más grande del firmamento del fútbol americano, alguien que parecía cerca de la retirada cuando los Patriots fueron eliminados por los Titans en la primera ronda de Wild Cards el año pasado.

Era la primera vez desde 2010 que los Patriots no alcanzaban, como mínimo, la final de la AFC. Fue el 5 de enero de 2020 y el mundo era muy diferente, dos meses después, en medio de la primera ola de la pandemia que lo cambió todo, Brady anunciaba que no renovaría por los Patriots, tras 20 campañas en el equipo. Tres días después, el 20 de marzo, Brady anunciaba que no se retiraba sino que pasaba a formar parte de los Buccaneers de Tampa Bay, un equipo que llevaba desde 2007 sin clasificarse para los playoffs y que había terminado esa temporada regular con un pobre balance de 7 victorias y 9 derrotas.

Parecía una especie de retiro dorado pero nunca hay que minusvalorar las ansias de ganar de Brady. Un mes después de su fichaje, los Buccaneers se hacían con los servicios de Rob Gronkowski, el fiel escudero de Brady en los Patriots que salía de su retiro de un año, posteriormente llegaron las adquisiciones de LeSean McCoy y Leonard Fournette, y, por último, los Bucs se hacían con los servicios de Antonio Brown, a pesar de su sanción y sus problemas judiciales. Las señales de alarma se encendían, Brady se había ido a los Buccaneers para hacer lo único que sabe hacer, ganar.

Ya avisaba antes de los primeros partidos de playoffs que «si fuera (Aaron) Rodgers preferiría que Washington me lo quitara de en medio cuanto antes«, no fue así y Brady dio una lección ante Rodgers y los Packers, y la NFL tiene la final deseada por cualquier deporte, el mejor de todos los tiempos contra su sucesor natural, algo así como si LeBron se hubiera enfrentado a Jordan en la final de la NBA de 2004 (21 años les separan) o si Pelé se hubiera enfrentado a Maradona en la final del Mundial del 86 (20 años de diferencia entre los dos gigantes del fútbol).

Y es que Mahomes está batiendo todos los récords de precocidad de Brady, no solo es el actual campeón y MVP de la final, es el MVP de la temporada 2018, además del gran favorito, junto a Rodgers, para volver a serlo en esta. Sus Chiefs eran los grandes favoritos desde el principio de la temporada y ahí están, a punto de comenzar una dinastía propia. Su estatus como mejor de la actualidad es tal que acaba de firmar uno de los contratos más increíbles que se hayan visto en cualquier deporte, 10 años de extensión con los Chiefs, en los que va a cobrar más de 500 millones de dólares. Teniendo en cuenta lo corta que es una temporada de la NFL, Mahomes va a salir a casi 3 millones de dólares por partido jugado.

Por si faltaran pocos incentivos, Brady y Mahomes representan las dos caras de una realidad estadounidense totalmente polarizada. Podríamos estar casi seguros de que una amplia mayoría de los que participaron en el asalto al Capitolio irán con los Buccaneers, mientras que los simpatizantes del Black Lives Matters lo harán con los Chiefs del mestizo Mahomes. Eso sí, ninguno de los dos quarterbacks ha querido mojarse como si lo hizo en su momento Colin Kaepernick, el ex quarterback de los 49ers que fue el que inició la protesta de arrodillarse mientras sonaba el himno estadounidense, y mientras Obama era todavía presidente, y que fue borrado de un plumazo de la Liga. Eso sí, queda claro que, a pesar de que ha ocultado su gorra MAGA en las últimas temporadas, Brady era simpatizante de Trump y Mahomes tampoco ha evitado pedir a los propietarios que se arrepintieran por su respuesta a las protestas pacíficas de los jugadores, eso sí, sin llegar a nombrar nunca a Kaepernick.

Por último, está el estilo de juego, mucho más tradicional en el caso de Brady, un quarterback a la antigua usanza, con un brazo prodigioso, mientras que Mahomes no tiene miedo a correr por su cuenta, siendo habitual en él terminar con algún touchdown. Los Chiefs son los claros favoritos, pero Brady es Brady, y si alguien sabe lo que hay que hacer para ganar la Super Bowl es él. En juego no está el título de mejor de todos los tiempos, a Mahomes todavía le queda un largo trecho hasta llegar al curriculum de Brady, e incluso se podría decir que una victoria de éste cerraría el debate definitivamente, pero una victoria de Mahomes le dejaría con unos números nunca vistos antes en un jugador de 25 años.

Lo que es evidente es que el morbo está servido y la NFL podrá disfrutar de su particular duelo generacional en la cancha y no sólo en la cabeza de los aficionados.

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